CULTURA

Revive Cortázar en otros géneros

Silvia Isabel Gámez

(26 agosto 2014) .-00:00 hrs

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A Julio Cortázar le hubiera gustado que Luis Buñuel dirigiera una película basada en sus historias. El proyecto nunca se concretó, pero numerosos cineastas, músicos, escritores, se han apropiado de sus relatos lo mismo que de su figura.

"Es necesario señalar que se han adaptado sus cuentos, no sus novelas ni sus obras de teatro tempranas", plantea el ensayista argentino Emilio Bernini.

La economía en la narración, la condensación de sus historias, dice, favorece que sean llevadas al cine. Considera que la literatura de Cortázar se adecua a las poéticas de los cineastas.
La cifra impar (1962), basada en "Cartas de mamá", y Circe (1964), sobre un relato homónimo, ambas dirigidas por el argentino Manuel Antín, inauguran el cine cortazariano, y son también las más cercanas a su literatura, según Bernini.

Antín utiliza el falso raccord, la alteración espacio temporal en el montaje, explica, para hacer una transposición de lo fantástico en las historias del escritor.

Luego vinieron Blow Up (1963) de Michelangelo Antonioni, basada en "Las babas del diablo"; Weekend (1967) de Jean-Luc Godard, a partir de "La autopista del sur", y Monsieur Bébé (1974) de Claude Chabrol, basada en "Los buenos servicios", entre una decena más de cortos y películas.

El cine, observa Bernini, ha hecho a un lado al Cortázar más politizado: el autor del Libro de Manuel o Nicaragua tan violentamente dulce.

"Hay toda una literatura de Cortázar, incluso la que continúa con Los autonautas de la cosmopista, que resulta inasimilable para el cine".

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En julio de 2013, el compositor portugués Vasco Mendonça estrenó con éxito en el Festival Aix-en-Provence la ópera The House Taken Over, con un libreto del británico Sam Holcroft, basada en el cuento de Cortázar, "Casa tomada".

"Quise crear un mundo sonoro que pudiera traducir la tensión subyacente en el texto", explica Mendonça, y que dicha tensión fuera en aumento. De la historia le atrajo la manera en que se aborda el aislamiento y el sufrimiento íntimo.

Han corrido ríos de tinta sobre la relación de Cortázar con la música. Aunque tocaba "mal", según decía, la trompeta y el saxofón, en su literatura, el acercamiento más íntimo fue con el jazz.

"Cortázar escribía desde el horizonte del swing, o del balanceo, como él mismo lo llamaba", describe el crítico argentino Pablo Gianera. "El concepto de swing, por un lado, constituye la marca de todo jazz, pero a la vez, no deja huellas textuales; es, en realidad, una variedad interpretativa".

Es por eso, agrega, que cabría preguntarse si el swing en los textos de Cortázar es un acto de fe, o una evidencia que podría constatarse, por ejemplo, oyendo al escritor leer su obra.

En Rayuela, Cortázar menciona más de una veintena de temas de jazz, un género que aparece también en La vuelta al día en ochenta mundos y en "El perseguidor".

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Al escritor Gonzalo Martré se le ocurrió en 1975 incorporar a una historieta de Fantomas, "La inteligencia en llamas", la figura de Julio Cortázar.

"Vivían (los dos) en París, eran amigos, y lo más natural era que Fantomas le consultara acerca de una amenaza que se cernía sobre la cultura mundial", cuenta sobre sus razones.

Aunque el autor argentino escribió, como respuesta al cómic, su propia historieta: Fantomas contra los vampiros multinacionales, mantuvieron sólo contacto epistolar.

Rayuela continúa siendo una novela consagrada, pero ahora se le agregan bemoles como que atrae "por razones emocionales", señala la crítica literaria argentina Isabel Stratta. "Pero sigue siendo un libro de referencia, y que abre puertas a otras lecturas, lo cual ya es decir bastante".

Aunque con el tiempo se volvió un hábito afirmar que Rayuela ya no era concebible, plantea Stratta, cuando apareció Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, las referencias fueron inevitables.

"Hoy diría que el discurso un poco parricida contra la literatura de Cortázar es en sí mismo un clisé, una pose que quizás nadie suscriba ya con la misma vehemencia".

En su premiado libro La espina del mal (2012), Carlos Bustos incluye a Cortázar en un grupo de escritores que son visitados por el demonio. El relato "La cama damasquinada" intenta plasmar, señala, su claridad intelectual, su imaginación desmedida, su humor irreverente.

"Si lo llego a utilizar en alguna de mis historias, lo pondría frente a un misterio que lo acorralaría contra los linderos de lo fantástico", afirma. "Cortázar sería un gran buscador de asombros".