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NOVEDAD EDITORIAL

El viaje de los Dromómanos

Samuel Adam

(15 marzo 2015) .-00:00 hrs

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Con maleta en mano y a media hora de poder hacer check-in en el aeropuerto, Pablo Ferri se deja tomar algunas fotografías y cruza pocas palabras con el reportero. Apenas y saluda a Alejandra Sánchez Insunza, su amiga y compañera de viaje, antes de tomar el taxi para alcanzar su vuelo a Bolivia.

Alejandra y Pablo, junto con José Luis Pardo quien llega poco después a la entrevista son Los Dromómanos: dos periodistas freelance españoles y una mexicana, obsesionados por trasladarse de un lugar a otro.

En diciembre de 2011 subieron a un Pointer 2003 para viajar por América Latina sin un plan en específico. Querían, como Arturo Belano en Los detectives salvajes, conocer la realidad continental. Publicar reportajes en revistas de viajes y quizá algunas historias de cultura o sociedad, era parte de la idea inicial, algo difusa.

Sin embargo, en cada región del continente, desde la más conocida hasta la más remota, había una constante de la que se tenía que hablar: la cocaína, hilo conductor de una serie de historias ocurridas en 18 países, con las que ganaron el Premio Nacional de Periodismo 2013 y el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2014. Crónicas que hoy recopilan en el libro Narcoamérica. De los Andes a Manhattan, 55 mil kilómetros tras el rastro de la cocaína (Tusquets, 2015).

Durante dos años el auto se volvió parte de ellos. Los cruzó por caminos de terracería y los dejó parados más de una vez. Sirvió como dormitorio y sala de redacción.

Un choque en Venezuela mal arreglado por un hojalatero hizo agonizar al auto hasta el sur de Chile, donde se tuvieron que venderlo en partes para poder seguir el viaje.

Pero no sólo fue el auto con placa 342-SWD el que los acompañaría en el camino. Cientos de amigos, conocidos y desconocidos les ofrecieron techo y comida, pistas para reportear y su propio comportamiento para entender el lugar en el que viven.

Visitaron cárceles, plantíos y fiestas. Platicaron tanto con periodistas locales y expertos en droga como con personas de a pie. En El Salvador, conocieron a un ex pandillero manco que cargaba siempre dos pistolas; en Nicaragua, a un ciudadano que se volvió traficante al encontrar un paquete de cocaína a la orilla de la playa, y en Perú, dieron con un poblado de indígenas atrapados entre el fuego de la guerrilla y los militares.

"Si tú al final quieres hacer un gran reportaje de narco en cada país, necesitas todo un background de entendimiento histórico y social, porque también eso es viajar, es entender el lugar a donde vas y a la gente con la que estás", comenta José Luis Pardo en una mesa del Covadonga, el restaurante de la colonia Roma del que son asiduos.

Además de abordar temas de narcotráfico, los Dromómanos encontraron escarabajos y mariposas que se extraen de manera ilegal de Bolivia para ser vendidos en el mundo, esmeraldas por las cuales se desatan guerras en Colombia, un hombre paraguayo que transforma la basura en instrumentos musicales y aquél que asesinó al cantautor Facundo Cabral.

Tanto José Luis Pardo como Alejandra Sánchez creen que, si bien el problema de la corrupción y el narcotráfico se vive en toda América Latina, deben ser distintos los modelos en cada país para cambiar la política de drogas donde el menor culpable es el consumidor.

Roberto Saviano periodista italiano que vive en la clandestinidad ante la amenaza de muerte de la mafia italiana por su libro Gomorra prologa Narcoamérica. En su texto, destaca la importancia de las nuevas generaciones de narradores por "afrontar a la bestia" con una narrativa valiente y despiadada.

"Las nuevas generaciones no quieren contar el amor en los tiempos del cólera, no se lo pueden permitir porque no existe más amor para contar, sino devastación, cinismo y pobreza", escribe Saviano, "las nuevas generaciones quieren contar solo la cólera. La cólera que no conlleva amor alguno".

La bestia encontró a los Dromómanos, y ellos no la dejaron pasar sin tratar de descifrarla.