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REPORTAJE

Sirios en México

Marina Franco

(19 julio 2015) .-00:00 hrs

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Jakd Mohamed se graduó de la preparatoria en 2011, cuando iniciaba la guerra civil en Siria. Pensando que terminaría pronto el conflicto, comenzó la carrera de Economía. Pero cuando iba a clases, el sonido que lo acompañaba era de misiles. Un día, uno de ellos cayó cerca de su casa.

Fue forzado a abandonar sus estudios y, dos años después de huir de su hogar para refugiarse en la vecina Irak, todavía no ha podido reanudarlos.

Lo mismo sucedió con Silva Hassan Nham, de 20 años de edad. Quería estudiar Letras Inglesas, pero ni siquiera pudo empezar el primer semestre. En verano de 2013, su familia se trasladó al campamento de refugiados de Dumez, donde los únicos libros de texto que hay son de nivel primaria.

Y como ellos, hay millones más.

"Han sido cinco años de guerra y matanzas. Están los sirios que no completaron sus estudios, además de miles de heridos, discapacitados, desaparecidos. Muchos más hogares y hospitales destruidos. Necesitamos empezar a planear la construcción de una nueva Siria", cuenta Jakd desde el campamento de Dumez, en la ciudad iraquí de Dohuk.

Una iniciativa de estudiantes mexicanos busca justo eso: que jóvenes como Jakd y Silva puedan reanudar sus vidas escolares en México.

Se trata del Proyecto Habesha, con el que sirios de entre 18 y 26 años de edad recibirán una beca completa, seguro médico y fondos de manutención para renta y comida de alrededor de 4.5 salarios mínimos mensualmente.

La financiación del Proyecto es privada, aunque también cuenta con una fondeadora y con el apoyo de universidades como la Ibero, la UVM y la Universidad Panamericana de Aguascalientes, de cuyos estudiantes surgió la idea.

"Cuando hay una crisis de esta magnitud, la primera intervención internacional responde a las necesidades básicas: ¿hay comida, medicinas? Quieres que la gente sobreviva. Pero cuando el conflicto se prolonga, para una población que está en este marco de formación -niños y adolescentes- implica que hay, en buena medida, una generación perdida", señala Camila Pastor, profesora investigadora del CIDE, que ayudó en el proceso de selección de los sirios que vendrán a México.

El Proyecto se financia con donaciones privadas y está siendo divulgado en redes sociales con el hashtag #EnMexicoSePuede.

"Es una oportunidad. Yo, al menos, después de intentos fallidos de regresar a estudiar, siento que me sacó de un hoyo negro", dice Jakd, quien planea estudiar Medicina una vez que se establezca en México.

El conflicto sirio


Cuando un joven tunecino se inmoló en diciembre de 2010 en protesta porque la policía le prohibía vender verduras en la calle, probablemente no tenía idea de que sería la chispa de una revolución. Pero así fue: su muerte desató una ola de protestas que en poco tiempo llevaron a la caída de Zine Al-Abidine Ben Ali, líder autocrático de Túnez por más de 23 años.

Le siguieron los mandatarios de varios otros países de Medio Oriente, en un fenómeno al que se denominó Primavera Árabe.

Siria parecía dirigirse a una resolución similar, con multitudinarias protestas pro democracia en contra del régimen de Bashar Al-Assad que surgieron tras el asesinato de estudiantes por parte de la policía.

Pero la primavera no se prolongó en Siria. El conflicto se convirtió en una guerra de desgaste entre el gobierno y las fuerzas opositoras, y todo ha empeorado desde entonces: más de 230 mil personas han muerto, al menos 11 millones han tenido que abandonar sus hogares y el país está en ruinas.

Encima, Siria se ha convertido en terreno fértil para grupos extremistas como el autonombrado Estado Islámico, formado por milicianos que presumen en videos que suben a la red cómo decapitan y queman vivas a personas.

El saldo de la guerra civil siria es tal que, en cuatro años, ha desatado la peor crisis de refugiados en la historia; peor, incluso, que en la Segunda Guerra Mundial.

Según la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidos para los Refugiados (ACNUR), Siria es el principal país de origen de personas desplazadas -7.6 millones- y de refugiadas -4 millones hasta principios de julio.

ACNUR estima que 59.5 millones de seres humanos viven como refugiados, desplazados o asilados a causa de alguna de las decenas de conflictos globales: 19.5 millones huyeron y viven refugiadas en otros países, 38.2 millones viven todavía dentro de su país y 1.8 millones están a la espera de recibir asilo.
Siria es un punto rojo en esa crisis mundial.

"La mayor aceleración de la cifra de refugiados se ha producido desde principios de 2011, cuando estalló la guerra en Siria, que ha generado el mayor desplazamiento de población en el mundo", indica el organismo de la ONU en su informe de 2015.

Esto no ha significado sólo muerte y destrucción: millones de vidas están truncadas. Entre ellas las de médicos sin hospitales que atender, familias separadas de hijos que fueron forzados a sumarse a las filas de alguno de los muchos grupos combatientes y jóvenes con estudios sin terminar.

País receptor


México tiene un amplio historial de recibir a refugiados, ya sean los españoles que huían de la Guerra Civil, europeos perseguidos durante la Segunda Guerra Mundial o sudamericanos que escapaban de dictaduras en los años 70 y 80.

"Es un país bastante solidario. Somos un pueblo buena onda", señala Agustín Hernández Berea, maestro por El Colmex y uno de los colaboradores del Proyecto.

De hecho, el nombre de Habesha refiere a un antiguo reino que abarcaba desde Etiopía hasta la Península Arábiga, famoso por recibir a personas de varias etnias.

"Todos los jóvenes (del programa), sin excepción, están desesperados por recuperar su vida. Muchos llevan entre tres y cuatro años sin poder hacer absolutamente nada. Estaban a la mitad de la licenciatura y tuvieron que dejarla y salir del país porque los reclutan a la fuerza, ya sea el gobierno o los opositores", explica Hernández Berea.

"El hecho de que les ofrezcas que puedan recuperar su vida, volver a ser jóvenes, a estudiar y hacer lo que les toca hacer en ese momento de su vida, les emociona. Dicen hasta desesperados 'cuándo, ya, por favor'", añade el investigador.

Varios de los seleccionados están viviendo en campos de refugiados en zonas peligrosas, como Dohuk y Erbil en la región kurda de Irak, que está bajo asedio de los extremistas del autonombrado Estado Islámico.

El experto en Medio Oriente de El Colmex explica que, mientras estaban en el proceso de buscar a los 30 sirios que vendrían a México, uno de los candidatos que iban a entrevistar falleció cuando una bomba explotó cerca de su casa.

Es en este contexto que seis de los 30 sirios seleccionados por Habesha -los que más están en peligro por todavía encontrarse en zonas de conflicto- llegarán en agosto próximo para empezar cursos propedéuticos de español y cultura mexicana.

Durante esos primeros meses, se hospedarán con familias hidrocálidas.

Jakd y Silva, que por el momento trabajan como coordinadores de campo en los campamentos de la ONU, arribarán después.

"Es algo muy difícil de comprender para quienes estamos fuera de ese entorno. Pero déjame ponerlo en estos términos: si el Estado Islámico ganara sólo un par de batallas en las zonas donde ellos viven, su vida, la de toda su familia y de toda la gente con la que hoy viven estaría en gravísimo riesgo", explica el profesor de la Ibero Mauricio Meschoulam, también colaborador de Habesha.

De acuerdo con el académico, primero llegarán dos mujeres y cuatro hombres, quienes son tanto cristianos como integrantes de las sectas musulmanas kurda, alauita y sunita.

"Siria es un crisol, aunque ahorita eso opera en su contra. Se busca mostrar esa diversidad en el grupo de refugiados", añade.

Abrirse al mundo

Parte del propósito del Proyecto Habesha es que los jóvenes puedan contar sus historias a los mexicanos y generar conciencia respecto a los conflictos en otras partes del mundo.

"México les ofrece un espacio seguro para completar los estudios truncados por una guerra civil. Es un pueblo y sociedad amigable para escucharlos y entender el problema y difundir el mensaje. No falta quien pregunta por qué, si México tiene tantos problemas y tantos desplazados, nosotros pensamos en lugares tan lejanos como Siria. Pero, tal como aquí nos importa que en el mundo escuchen lo que pasa en México, lo mismo pasa con los sirios. También el país tiene que estar involucrado con situaciones que suceden en otras partes", señala Meschoulam.

Aunque la iniciativa es meramente privada, los colaboradores de Habesha han trabajado tanto con las universidades como con instancias gubernamentales para poder coordinar la llegada de los jóvenes, entre ellas la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados (COMAR), cobijada por la Secretaría de Gobernación.

Jesús Sierra, subdirector de la COMAR, explica que han apoyado al Proyecto con asesorías sobre procesos de adaptación al país y con información sobre los trámites necesarios para que los jóvenes sirios, que entrarán a México en calidad de estudiantes, puedan después tramitar estatus de refugiados.

A la espera de los primeros estudiantes, los colaboradores todavía no saben si el Proyecto podría llegar a crecer para dar refugio a 30 sirios más o, incluso, a personas afectadas por otros conflictos como las guerras sectarias en Sudán del Sur o República Centroafricana.

Aunque destacan que, al menos, la treintena de jóvenes podrán salir del campo de refugiados.

"La tragedia siria es brutal... Traer a 30 personas puede ser sólo un granito de arena, pero también implica sentirnos parte del mundo", asevera Meschoulam.