CIUDAD

Ahuyentan sismos a vecinos del Centro

Dalila Sarabia

(17 septiembre 2015) .-00:00 hrs

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Han pasado 30 años del terremoto de 1985 y los capitalinos aún temen vivir en el Centro.

La zona central de la Ciudad, que resultó ser la más dañada, ha perdido en promedio el 33 por ciento de su población en la últimas tres décadas, al pasar de 2.5 millones en 1980 a 1.7 millones de habitantes en 2010, de acuerdo con datos de Inegi.

Esto, pese a que en el 2000 el entonces Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, publicó el Bando 2 que establecía como política repoblar esa zona.

La inestabilidad del subsuelo y la falta de vivienda accesible en Delegaciones como Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza son factores que han abonado a este despoblamiento, coincidieron especialistas.

Pese a ser territorios que cuentan con todos los servicios básicos e interconectividad de transporte, pocos son quienes viven ahí.

En contraste, en el mismo lapso, las demarcaciones rurales como Cuajimalpa, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco registran un incremento poblacional del 47.6 por ciento, en promedio, al pasar de 878 mil habitantes a 1.7 millones.

Cinna Lomnitz, investigador emérito del Instituto de Geofísica de la UNAM, explicó las implicaciones que tiene que la Ciudad esté asentada sobre lo que era un lago y la respuesta sísmica que esto implica.

"El lago ocupaba la parte más baja de la cuenca de México, que es una cuenca cerrada. Se conocen perfectamente los límites del anterior lago, esa zona se denomina Zona III y es la zona de mayor peligro sísmico.

"La zona más alta en torno a la Zona III es la de las Lomas, (por ello) en el sismo de 1985 no hubo colapsos de edificios en las zonas I y II que son zonas de Lomas donde el lago no llegó.

"La Norma Sísmica del DF es un reglamento de construcciones, y esa reglamentación cambia según la zona. El reglamento más estricto es para la Zona III, ¿por qué?, porque el movimiento en los sismos es hasta 5 veces más fuerte en la Zona III", detalló el investigador.

Si bien es cierto, añadió, que la movilidad poblacional está relacionada con el temor a los sismos, el encarecimiento de la vivienda también ha sido un factor a tomar en cuenta.

"Se ha permitido que algunas colonias decaigan por razones económicas y culturales, la gente se va pero no se va muy lejos", consideró Lomnitz.

El cambio en el uso de suelo también ha sido motivo para que las familias dejen la zona central, por ejemplo, en la Delegación Cuauhtémoc, porque es ahí donde más actividad económica se produce al dársele paso a un sinnúmero de oficinas y comercios, opinó Verónica Montero, vicepresidenta del Colegio de Urbanistas de la Ciudad de México.

Así, quienes desean vivir ahí o en otras zonas centrales no lo pueden hacer, abundó, porque el costo de la vivienda se ha encarecido hasta en un 50 por ciento, como en la Condesa.

"Hace siete años podías conseguir un departamento en la Condesa con un valor de entre 20 y 22 mil pesos por metro cuadrado, una vivienda vieja con 50 años de edad en promedio. Hoy vas a encontrar que la misma casa vieja, están intentando venderlas entre 40 y 45 mil pesos el metro cuadrado, el doble en siete años", señaló Montero.

'La casa está maciza'



Carmen Limón y Esteban García han vivido en República de Perú, en el Centro Histórico, desde hace 46 años.

Así como vieron nacer, crecer y casar a sus hijos, vivieron pérdidas familiares y el terremoto de 1985.

Al recordarlo aún se les pone la piel chinita, pero descartan dejar de vivir en el Centro, pues la confianza en su casa no la pierden, "está maciza", aseguran.

"Cualquier temblorcito se siente horrible, pero los muros están muy altos y las paredes muy gruesas entonces nosotros nos sentimos con confianza aquí (...) los cimientos están macizos", señaló don Esteban.

De aquella mañana del 19 de septiembre de 1985 recuerdan cada detalle, los ruidos, los gritos, el llanto y cómo, de repente, el patio de su casa se empezó a fracturar.

¿Temen vivir en el Centro?, se les preguntó.

"Luego sí nos da miedo, pero qué le hacemos, esta es nuestra casa, no la vamos a dejar, ¿a dónde nos vamos?", contestó la señora Carmen.

La pareja informó que las casa que se desocupan, en muchos casos, eran de adultos mayores que mueren; y aunque se ponen en renta o venta, es muy difícil que sean ocupadas.

'He vivido a gusto'



"Todos tenemos miedo cuando tiembla, porque no sabemos qué es lo que va a pasar, pero yo siempre he vivido a gusto aquí y mis hijos también", asegura Aquilina Gutiérrez.

Ella vive en el Centro Histórico desde hace 50 años, a espaldas de la sede de la Asamblea Legislativa.

A 30 años del terremoto de 1985 la ama de casa narró el dolor y miedo que sintió aquel jueves... habían pasado unos minutos que su hijo de 13 años había salido de casa rumbo a su secundaria, que se ubicaba en República de Brasil, a tan sólo unas cuadras.

"Como empezó a temblar corrimos desesperados para la escuela, mi hijo acabada de salir.

"Cuando llegamos ya habían cerrado las puertas y los niños estaban en el patio, no nos dejaban pasar y con las mamás empujamos la puerta hasta que cayeron para llevarnos a nuestros hijos", recordó.

Unos minutos más tarde, con la tranquilidad de tener a su hijo entre sus brazos entendió la gravedad del sismo.

"Regresamos a la casa, salí al balcón y clarito veía cómo se estaba quemando el (Hotel) St. Regis", compartió.

Pese a los dolorosos recuerdos de la contingencia que hizo durmieran una semana fuera de su domicilio, a instrucciones del Gobierno de aquellos días, Aquilina dice sentirse más segura dentro de su casa que en cualquier otro lugar.

"Yo pienso que es más fácil que se caiga una casa moderna a que se caiga este edificio.

"Esa vez del sismo haz de cuenta que era un barco, para donde iba, iba la casa, ni siquiera el polvo se cayó, ni un cuadro, nada", aseguró.