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Toma y Daca

'Leer es un acto de resistencia'

Miguel De la Vega

(25 octubre 2015) .-00:00 hrs

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A sus 39 años, Enrique Díaz tiene cara de niño de ojos vivarachos y sonrisa permanente. Esa jovialidad lo aleja de la imagen convencional del filósofo grave y solemne. "¿Me van a tomar fotos? ¡Y yo con tenis!", comenta en la librería Rosario Castellanos, el escenario ideal para hablar con el pretexto de su libro El traslado (Debate).

¿Cómo fue que cambiaste de la política a la filosofía?
Para mí, la filosofía era una especie de refugio, una reconciliación con el mundo.

¿Quién estudia filosofía en estos días?
Rara avis. No sé. ¿Quién estudia periodismo? Jajaja. Es cierto: en algunas familias es como una tragedia que tu hijo anuncie que va a estudiar letras o filosofía.

¿Por qué?
Supongo que es porque está fuera del mercado. Por eso los padres lo ven como una tragedia.

¿Qué dices a tus alumnos sobre su futuro laboral?
No les puedo vender falsas expectativas. Para como tenemos al país, la crisis es para todos. Así que tampoco te garantiza nada estudiar diseño web. La cuestión aquí es, y más en la UNAM, el pensamiento crítico.

¿Tenemos déficit de mentes críticas?
No ahora, ¡siempre! Estos tiempos de lo inmediato requieren que alguien haga una pausa. Redes, Twitter, Facebook... Yo por eso me agendo tiempo para la lectura. ¿Quién tiene tiempo para leer?

Y, además, leer por gusto...
Por ahí deberíamos empezar: leer por placer. Leer por obligación nos lleva a perder lectores. Cuando se cultiva el hábito de la lectura, hay esperanza de hacer conciencia crítica. Leer es un acto de resistencia en sociedades como las nuestras, que están condicionadas por la violencia, la asimetría del poder, la desigualdad.

¿Por qué un acto de resistencia?
Porque nos permite enfrentar los discursos de exclusión, racistas o xenófobos a la Donald Trump. Leer también sirve para saber cómo afrontar los discursos economicistas, utilitaristas, muy neoliberales, que nos dan este mantra de cada quien a lo suyo y que nos empujan al egoísmo y a la indiferencia más cínica.

¿Quien lee comprende al otro?
Tiene más posibilidad de hacerlo. Tampoco te garantiza nada: la historia está llena de un montón de sádicos cultos.

¿Qué libro le recomendarías a Enrique Peña Nieto?
Probablemente, ¿Qué es la política?, de Hanna Arendt, pero sé que me estoy viendo ambicioso. Uno más fácil: las caricaturas de Joe Sacco.

¿Qué te hace guardar silencio?
La lectura y por eso la defiendo.

¿Para qué necesita la política a la imaginación?
Vivimos anclados en una política que explota hasta el cansancio las fronteras que nos separan. Y la imaginación es la facultad para hacer presente aquello que está ausente. Es decir, nos permite ir de visita al otro lado, ver otra perspectiva.

¿Y eso para qué sirve?
La imaginación nos permite, justamente, ver la vida desde otro lado. Ponerse en el lugar del otro ayuda a romper los prejuicios que la política se ha encargado de crear.

¿No se suponía que la política era para solucionar las diferencias?
Los fundamentalismos ven al otro como una terrible amenaza. Ahí está el caso de los migrantes: pueden pasar mercancías entre los países, pero no personas que quieren cambiar su vida.

Hay libre tránsito de mercancías, pero no de personas...
Las personas siguen cruzando aunque no las dejen, y lo van a seguir haciendo. La foto del niño sirio arrojado a la playa como un alga es una polaroid de nuestro fracaso. Es un fracaso social, un fracaso político, un fracaso económico, un fracaso ético.

¿El asunto de los migrantes es un tema de moda o nuestra peor crisis humanitaria?
Es una de las crisis más grandes desde la segunda guerra mundial. Probablemente sea el tema el siglo que corre.

¿De qué vive un filósofo en estos tiempos?
De dar clases. La academia es el reducto. Por eso también ha perdido injerencia la filosofía: porque se ha quedado enclaustrada en las aulas.

Te robo una pregunta de tu libro: ¿A qué le temes?
En esta ciudad, a cuestiones muy inmediatas: a la inseguridad, a que no llegue mi mujer bien a casa todos los días.

¿Y en la vida a qué le temes?
A dejar de hacer lo que quiero, a no tener la posibilidad de encontrar estos espacios como leer, escribir, ir de viaje. Son como trincheras muy modestas, como el café de la mañana que te hacen disfrutar el día. También me da miedo perder la capacidad de sorprenderme.

¿Y a quién le inspiras temor?
Ni a mi perro.

¿Cómo reaccionas ante el miedo?
No está mal tener miedo porque te mantiene alerta. Lo que me preocupa, y lo pongo en el libro, es qué estamos dispuestos a hacer en un clima de terrible desconfianza e irritación.

¿El problema es cómo reaccionamos?
Sí, pero sobre todo qué cosas nos irritan, con qué cosas generamos odio o temor. Cuando Donald Trump dice estas cosas sobre los migrantes, ¿qué se genera? Un clima de absoluta desconfianza.

¿Y a qué le tiene miedo Trump?
Me parece que Sergio González Rodríguez lo llama Política Clown. Yo no sé si es o no un payaso. Lo que sí veo peligroso es que está radicalizando el discurso del resto de los precandidatos.

Ya impuso su agenda...
Al radicalizar a los otros, el lenguaje importa, los lugares comunes importan. Cuidado con lo que repetimos sin pensar. Se crean climas de miedo, de desconfianza, de odio.

¿Y eso a dónde nos lleva?
A la barbarie.

Entonces, ¿habría que tenerle miedo a Trump?
A lo que representa.

¿Por qué?
Porque hay gente que votaría por él. No es Trump, sino todo lo que viene detrás.

¿Por qué en México se tiene más empatía por los migrantes sirios que por los centroamericanos?
Porque no son nuestros vecinos. Freud decía que siempre se podrá agrupar amorosamente a un grupo de personas mientras haya otros en quienes descargar los golpes. Generalmente, esos son los vecinos.

¿No es una incongruencia?
Sorprende que no nos indignemos ante lo que pasa con los migrantes centroamericanos. Como cuando mataron a los 72 en un rancho de San Fernando, Tamaulipas. Asusta nuestra indiferencia.

Causó más reacciones la foto del niño en la playa
Por eso es importante contar las historias. La periodista Alma Guillermoprieto hizo un proyecto para dar a esos 72 una sepultura, un obituario, un duelo. Decía Vladimir Buttler que si una vida no es llorada es porque no fue digna de ser vivida.

¿No te parece que en México exageramos el duelo?
Tal vez, pero en casos como el de Ayotzinapa está bien que lo alarguemos y que no se olvide.

¿Cuál es el sentido de la vida, filósofo?
Vivirla. La vida hay que experimentarla, y creo que entre más compleja, más plural, más accidentada, será más rica. En el fondo, hay que intentar contar una buena anécdota.

¿Que valga la pena llorarla?
Exactamente, que valga la pena llorarla.

¿Y cuál sería tu epitafio?
El de Groucho Marx: "Perdonen que no me levante". Pero como ya me lo ganó, probablemente sería: "Apague su cigarro". No sé. Para entonces, ya no estaré aquí, así que da igual.

CINCO DATOS
1. Egresado del Colegio Madrid, estudió Ciencias Políticas en la UNAM y en Barcelona el doctorado en filosofía.

2. Es profesor de filosofía y teoría política contemporánea en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

3. Es coeditor de Las secuelas del posmodernismo y coautor de 72 migrantes.

4. Fue codirector de dos documentales: México-Barcelona. Tránsito literario y Café con Shandy.

5. Considera Moby Dick como uno de los libros que todo niño debería leer.