CULTURA

Pedalean a Bellas Artes

Francisco Morales V.

(31 marzo 2016) .-00:00 hrs

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Aparece un pequeño mohicano negro intervenido por plumas blancas. Corriendo, Emiliano Cárdenas -nariz roja, sonrisa abierta y zapatos grandotes- sube las escaleras del estacionamiento y emerge hacia la explanada del Palacio de Bellas Artes.

"¡Un payaso subterráneo!", le gritan quienes lo esperan. Emiliano toma su triciclo Apache, lo monta y pedalea fuerte, sacando la lengua, como si el viento le golpeara la cara a bordo de una poderosa Harley-Davidson. Todas las miradas, las risas, lo siguen hasta su destino.

Llegan después Elizabeth de Anda y Yuridia Ortega, también con narices rojas. O más bien valdría decir: ante una audiencia aleatoria se reúnen Pozzo, Cazzo y Lazzo, los clowns que protagonizan la pieza Vagabundo, ¿a dónde te llevará el viento?

"Más que escoger Vagabundo, ésta nos tomó a nosotros", reflexiona Emiliano, en entrevista, cuando se les pregunta por qué eligieron esta pieza para celebrar su décimo aniversario, el 9 de abril, a las 13:00 horas, en el Palacio de Bellas Artes.

Ha sido, ciertamente, una década para vagabundear. Con siete producciones en la maleta -cuatro en repertorio-, los triciclistas han llevado su mezcla de danza, clown y poesía de lo cotidiano desde Escocia hasta China.

En Polotitlán, Estado de México, o en Tlaquiltenango, Morelos -y muchos poblados más- los reconocen como los payasos gitanos, errabundos, que llegaron un día a bordo de su Oso Polar, una carpa móvil que ha recorrido buena parte de México.

"Cada foro es muy especial, pero Bellas Artes definitivamente es un referente importante en nuestro País", juzga Yuridia, quien ha pisado su escenario tres veces con los zapatos de payaso. "Quien llega aquí es porque ha trabajado muy duro".

En la pieza que presentan, Pozzo, Cazzo y Lazzo emprenden un viaje ultramarino para encontrar la luz de un faro. En aquello, el viaje y la luz, los intérpretes encuentran los símbolos de una carrera.

"Estos 10 años han sido como encontrar una esencia, tenerla en las manos e ir a dejarla en Bellas Artes al servicio de los niños", dice Emiliano. En Vagabundo... la luz perdida reside en un diente de león.

Mientras posan para las fotos, los triciclistas ofrecen un show espontáneo para los curiosos. Conmueve, desde luego, ver a los niños celebrar los saltos y los gestos, pero son los adultos quienes, de reojo, miran con más atención.

"Lo compleja que es la sencillez de la vida", resume Elizabeth respecto al mensaje de sus espectáculos. Con suerte, piensa, algún adulto en su función de aniversario pensará por dentro: "¡A mí me gustaban los dientes de león!".