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Tendencias globales

Snapchat

Antoni Gutiérrez-Rubí

(17 abril 2016) .-00:00 hrs

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El 23 de marzo, Barack Obama hizo una importante visita oficial a Argentina. Dos días antes, el recién electo presidente, Mauricio Macri, abría su canal en Snapchat, una red con 100 millones de usuarios, la mayoría de 14 a 20 años.

Desde ella, con pequeños videos, el equipo del dirigente argentino colgaba contenidos sobre la preparación del evento. Desde imágenes de la sala donde iban a comer, qué cortinas se iban a colgar hasta escenas de cómo llegaba Obama y cómo saludaba a Macri. Todo informal y espontáneo (aunque se hubiera pensado antes); ésa es la percepción que causa en Snapchat.

Durante tres días, el Snapchat del presidente argentino se convirtió en el centro de la información, casi en tiempo real, sobre pequeños detalles del encuentro, y es así como muchos jóvenes se informan hoy en día: videos cortos, de segundos, con textos insertados, que les explican qué sucede en el mundo y cómo sucede. No quieren noticias políticas, quieren otro modo de informarse. Algo más ameno, más directo y rápido. Las pequeñas historias y detalles que genera cada evento. Si quieren más información, no tienen problema en leer otras redes sociales o ir a un buscador; pero una información sencilla a menudo les basta. Y el video corto es lo más rápido. Los usuarios de Snapchat ven 8 mil millones de videos al día.

Hubo algunas críticas al nuevo canal de Macri, pero el éxito fue rotundo: 75 mil personas lo añadieron en Snapchat en sólo tres días. La primera historia publicada fue vista por más de 17 mil personas y un video de la visita de Obama superó las 500 mil vistas.

Pero el de Macri no es el único ejemplo de comunicación institucional a través de Snapchat. De hecho, el primero en hacerlo fue precisamente su visitante. La Casa Blanca dispone de canal en esta red desde el 11 de enero, la víspera del último discurso de Barack Obama sobre el estado de la Unión. Desde Snapchat colgaron videos de la preparación del discurso y otros contenidos sobre la temática y sobre los temas de los que iba a hablar. Mostraban esas informaciones sin dar ningún tinte político, pero sí enseñando de modo directo qué hacían en la Casa Blanca para la ocasión. Como no podía ser de otro modo, cosechó también un increíble éxito a la hora de difundir contenidos diferentes a los que se comunican normalmente desde las instituciones.

No son las únicas instituciones. El gobierno de Francia también tiene presencia, así como el Foreign Office británico, el ayuntamiento de Las Vegas o los representantes republicanos en el Congreso estadounidense, quienes, por cierto, crearon su Snapchat para contraatacar a Obama durante su discurso del estado de la unión.

En cualquier caso, la comunicación institucional debe tener por objetivo llegar a toda la ciudadanía posible. Snapchat es otra manera de comunicarse, y a un público distinto. La gran mayoría de sus usuarios ni siquiera tiene edad para votar. Ése el tema: llegar a un público al que nadie llega. Y hacerlo a través de la palma de su mano, desde sus móviles. Y en su propio lenguaje.

No basta con estar. Como en cualquier red social, hay que entender el espíritu de la propia red y adaptar nuestros contenidos a ella y a su público objetivo.