NACIONAL

Huyen del narco; padecen miseria

Jesús Guerrero

(26 abril 2016) .-00:00 hrs

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En una mesa de madera rústica, 10 niños aprietan con sus manos tortillas de donde escurre el caldo de los frijoles negros y pequeños trozos de carne de res.

Los menores recién acaban de cruzar a pie dos cerros para regresar al campamento ubicado en el Municipio de Ayutla de los Libres, en la Costa Chica de Guerrero, donde desde hace 3 años y 5 meses viven con sus padres y que por la violencia que se registra en la Sierra de Coyuca de Catalán se vieron obligados a desplazarse a este lugar.

Son 37 niños en total, 30 van a la escuela primaria, seis al kínder y una a la secundaria.

Se tienen que levantar a las 7 de la mañana, se cambian en media hora y después tienen que caminar 30 minutos para llegar a su escuela.

"Caminamos media hora de ida y otra media hora de regreso", señala el niño de 10 años Alfredo Díaz Santana.

"Llevamos varas para matar a las alacranes o arañas que a veces nos salen en el camino", y agrega: "hemos matado a varazos a culebras que nos han salido".

Arely, una niña de 5 años sonríe y muestra que no tiene varios dientes.

"Nos vamos sin comer, por eso ahorita tenemos mucha hambre", señala la menor mientras engulle un pedazo de tortilla.

El comedor está en el patio, a la intemperie y sin ninguna protección.

El agua que es usada para los menores es recogida en los mantos de un río cercano, pues no hay otra forma de obtener el vital líquido.

"Aquí no tenemos agua ni para tomar; allá donde vivíamos teníamos todo, animales, muchos árboles y mucha comida", asegura Alfredo Díaz al evocar a su pueblo de La Laguna.

El niño, que cursa el cuarto grado de primaria, dice que extraña su localidad y, por supuesto, a su papá (Gildardo Díaz) quien se encuentra preso en la cárcel de Ayutla.

Gildardo Díaz está acusado de secuestro en agravio del ganadero y cacique de esa región de Tierra Caliente, Gildardo Montúfar.

En este campamento una decena de desplazados también tienen una orden de aprehensión por este mismo delito.

Doña María del Carmen Santana Alonso, madre de Alfredo, señala que el encarcelamiento de su esposo es injusto y que detrás de su detención está el Gobierno.

Cuando en Ayutla (localidad que está a 15 minutos de este campamento de desplazados), hay alguna marcha convocada por la Policía Comunitaria o de los padres de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, el niño Alfredo Díaz participa en estas movilizaciones.

"Yo quiero regresar a mi pueblo, pero cuando ya no haya gente mala", dice Alfredo quien a sus diez años las circunstancias lo hicieron volverse un activista.

Doña María Cristina, dice que su hijo anda en las marchas porque quiere que el Gobierno deje en libertad a su padre.

Al terminar de comer, los niños se olvidan por unos momentos de las penurias por las que atraviesan y cuentan sus sueños.

"Yo de grande quiero ser como el 'Tecatito' Corona, porque es un buen futbolista", dice Alfredo al referirse al jugador de futbol, Jesús Manuel Corona.

Otro niño, responde de inmediato: "yo quiero ser como el 'Chicharito' Hernández".

Los dos quieren ser futbolistas, pero en estos momentos no tienen ni siquiera una pelota de futbol para jugar.

Por ahora su única distracción es acudir a un río cercano que está semiseco a jugar con la arena, o a volar papalotes que ellos mismos elaboran.

Otra de las niña presentes rompe el silencio y asegura que también tiene un sueño, que quiere ser doctora porque, dice, "quiero curar a la gente". Otra más se anima a decir que será abogada.

A pocos días para el Día del Niño, los menores desplazados confían en que ese día tengan agua suficiente para beber y bañarse, mientras Alfredo agrega: "que pronto salga mi papá de la cárcel".