OPINIÓN

Las democracias son mortales

Enrique Krauze EN REFORMA

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El episodio, que no cesa de sorprendernos, ocurrió en 415 a. C. ¿Cómo pudo la Asamblea popular, forjada por casi un siglo de experiencia y perfeccionada por el incomparable liderazgo -ético, estético, político- de Pericles, haber tomado la insensata decisión de invadir Sicilia? En su Historia de la Guerra del Peloponeso, Tucídides narra famosamente los hechos y apunta la causa principal: "El pretexto era ayudar a los de su raza y a sus aliados, pero en realidad su deseo era sojuzgarla por completo". Una especie de hybris colectiva se apoderó de los electores. Así fue como se precipitó el principio del fin de la democracia ateniense. Los pueblos, desgraciadamente, se equivocan.