Hace diez años comenzó una guerra innecesaria y costosísima. Ha cubierto de luto y de miedo al país. No hemos salido de ella. Ha esparcido la violencia, ha trivializado la crueldad. Fue una guerra elegida por el presidente Calderón en los primeros días de su gobierno. No tenía un diagnóstico claro del problema. Tampoco conocía los recursos con los que contaba. Para afirmar su poder, optó por la guerra. No fue una guerra impuesta por las circunstancias, fue una guerra de elección. No quiero decir que haya sido un capricho, digo que fue un error descomunal. Es indudable que, a finales del gobierno de Vicente Fox había focos rojos en el país. La política de Felipe Calderón tuvo a bien multiplicarlos. Lejos de resolver el problema, se empeoró gravemente; lejos de debilitar al enemigo del Estado, a quien se debilitó fue al Estado y quienes se fortalecieron fueron las bandas criminales. ¿Alguien podría negarlo?
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.