No tenemos derecho a sorprendernos con Andrés Manuel López Obrador. El político más visto es tan tenaz como predecible. Sea cual sea la ocasión, sea cual sea el auditorio repetirá las cuatro o cinco frases que pronuncia con la convicción de estar descubriendo una hondísima verdad que sólo a él le ha sido comunicada. Reaccionará con la misma intolerancia si alguien osa hacerle una pregunta incómoda. Hablará de la autoridad moral y de la mafia del poder; del cambio verdadero y de las maravillas que producirá su ejemplo cuando él pueda sentarse, finalmente, en la silla presidencial. Verlo ahora flanqueado por la ultraizquierda y la ultraderecha es la perfecta representación de su coherencia. Sí: López Obrador es coherente al presentar como sus aliados a los partidos más antagónicos de nuestro escenario porque está convencido de que en él (y sólo él) encarna una virtud que todo lo concilia.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.