OPINIÓN

¿Torquemadas?

Denise Dresser EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Sé que soy feminista. Sé que apoyo la definición fundacional de feminismo, aquella que concibe a la mujer como un ser humano con derechos idénticos a los del hombre parado a su lado. Lo que ya no puedo percibir con claridad es si soy una feminista "buena" o "mala"; si merezco ser aplaudida por mi purismo o quemada viva por mi escepticismo. Porque hoy me encuentro parada en esa franja gris, esa zona agreste, esa tierra de nadie disputada por dos bandos en contienda. Me incomoda la actitud trivializadora del desplegado que firmaron las francesas, criticando al movimiento #MeToo; su lenguaje me parece insensible, reduccionista. Pero también me perturba el puritanismo y los excesos de #MeToo, animado a momentos por lo que parece un espíritu revanchista, misantrópico. Unas parecen dispuestas a perdonarlo todo; otras parecen empeñadas en criminalizarlo todo. Unas minimizan el acoso; otras lo exageran. Y así todas perdemos.