OPINIÓN

La dignidad del magisterio

Juan E. Pardinas EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
La peor herencia que le dejó Elba Esther Gordillo a México no fue su opulencia versallesca, ni su corrupción obscena. La porción más tóxica de su legado no fue el debilitamiento del Estado mexicano. El mayor daño de Gordillo a la vida de la República fue el uso del sustantivo "maestra" como sinónimo de su identidad. La fama pública de la ex lideresa del SNTE contaminó la reputación de una profesión de la cual depende un buen tramo de nuestro futuro. Las profesoras y los maestros comprometidos con su trabajo son los arquitectos indispensables de una sociedad civilizada. La impunidad con la que Gordillo operó sexenio tras sexenio fue un cáncer en el prestigio de la educación pública. Algo se nos pudrió en México, si esta señora se convirtió en la principal embajadora del empeño civilizatorio que forjó José Vasconcelos hace casi un siglo.