OPINIÓN

La otra casa azul

Guadalupe Loaeza EN REFORMA

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Hacía mucho tiempo no venía a Cuernavaca. En esta ocasión, Verónica González Laporte y yo teníamos un pretexto espléndido para ir a la "ciudad de la eterna primavera" y así continuar con la escritura de nuestra novela histórica acerca del Segundo Imperio. Necesitábamos un lugar inspirador, tranquilo, silencioso, pero sobre todo muy mexicano. Además, tenía que estar muy cerca del Jardín Borda, pues es uno de los últimos capítulos del libro, ya que era uno de los lugares predilectos de Maximiliano y Carlota. "Esta casa, que fue alquilada y que sirvió a sus Majestades de residencia durante todas sus estancias temporales en Cuernavaca, tiene su historia. Fue construida antes de la Guerra de Sucesión en España por el enriquecido propietario de una mina de plata, que se llama La Borda. La casa misma era muy sencilla; en cambio, el diseño del jardín del terreno de fuerte declive era muy lujoso", escribió en su diario el jardinero del emperador. En Apuntes manuscritos de mis impresiones y experiencias personales en México entre 1864 y 1867, Wilhelm Knechtel nos habla de: "Una alberca de mármol grande y larga, cuyo suelo escalonado se amoldaba a la cuesta, contaba con figuras de mármol que lamentablemente habían sufrido bastante, y con una surtidora poderosa de agradable chapoteo; formaba el principal adorno arquitectónico y servía fabulosamente para nadar".