OPINIÓN

Esclavas

Jorge Volpi EN REFORMA

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Al escuchar la palabra, a uno le vienen a la mente los atroces trayectos marinos que, al mando de traficantes portugueses u holandeses, condujeron a millones de mujeres desde las costas africanas hasta el continente americano; o bien las miles de trabajadoras empleadas por la fuerza en las plantaciones de Estados Unidos, Cuba, Brasil o las islas caribeñas; o bien las jóvenes convertidas en mucamas, sirvientas o amas de llaves en las novelas y películas sobre los estados confederados en los años previos a la Guerra Civil; o, si la imaginación se arriesga un poco más allá, las esposas e hijas de esclavos en lugares y épocas tan diversos como la Grecia clásica, el Israel bíblico, la Roma imperial o el mundo prehispánico. Pero, desde luego, uno no piensa en el México del siglo XXI, pese a que la esclavitud -en especial la esclavitud femenina- continúe siendo una realidad entre nosotros.