OPINIÓN

El país de las tertulias

Jorge Ramos Ávalos EN REFORMA

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Sólo los viernes se puede subir al segundo piso, detrás del altar, a tocar el Cristo de larga cabellera en la Basílica de Jesús de Medinaceli en Madrid. Hay largas colas para entrar. Pero la espera sirve para discutir, entre amigos y desconocidos, desde el último partido de futbol hasta las elecciones para escoger presidente del gobierno el próximo 20 de diciembre. Una hora de fila fue, para mí, una lección en el arte de discutir.