Es comprensible que el Presidente sea cuidadoso al hablar de las elecciones en otros países. Es entendible que cuide sus palabras al referirse a la elección de Estados Unidos. Sin embargo, la defensa de los intereses de México exige, en estos momentos, menos ceremonia y más firmeza. Que el Presidente cuide sus palabras es que las valore. No es necesario imitar el tono del demagogo para hacer la defensa pública del país ahí donde hace falta. Este es el momento para escapar del rito de las vacuidades y expresar la voz de México ante su mayor amenaza.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.