OPINIÓN

La gran pifia

Carmen Aristegui F. EN REFORMA

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En el peor momento de su mandato, el presidente de México cometió la más grande estupidez política que nadie hubiera imaginado. Peña Nieto quedó atrapado en una madeja absurda, ridícula y humillante de la que va a ser muy difícil, por no decir imposible, que salga. La agravante es que cayó en una trampa que se puso a sí mismo o que permitió que le pusieran sus asesores. ¿En qué momento Peña Nieto decidió tan tremendo despropósito? ¿Quién le recomendó meterse, así, en un callejón sin salida? ¿Acaso nadie en el gabinete lo alertó de que Donald Trump les comería el mandado de esa manera? ¿Nadie se tomó la molestia, por lo menos, de garantizar primero que la candidata Clinton vendría a México antes de invitar al personaje indeseado? ¿Quiénes y bajo qué criterios están tomando decisiones como ésta que no solo dañan a Peña sino que ponen a México en una posición ridícula y humillante frente al resto del mundo?