OPINIÓN

Atizar el fuego

Luis Rubio EN REFORMA

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Hay tres preceptos que ningún gobierno puede ignorar: primero, no hay alternativa más que lidiar con quien es presidente de Estados Unidos. Nos puede gustar o disgustar, pero la superpotencia tiene un impacto desmedido sobre el mundo y más sobre México: es una realidad que no podemos cambiar. La geografía -y las circunstancias políticas, sociales, económicas y geopolíticas- son inexorables. En segundo lugar, la función de gobernar depende enteramente de la confianza que el gobierno logra obtener de parte de la ciudadanía, fenómeno que se magnifica dramáticamente en la era de las redes sociales. Cuando la Unión Europea negociaba con Grecia hace un par de años, la cabeza del Eurogrupo lo dijo de manera lapidaria: "la confianza llega a pie, pero se va a caballo". Finalmente, el tercer precepto es que es mejor mantener las expectativas de la población bajas porque si todo sale bien el éxito es enorme, pero si sale mal nadie queda decepcionado. Alexander Pope, el gran poeta inglés del siglo XVIII lo dijo de manera elocuente: "Bendito es quien no espera nada, pues nunca acabará decepcionado".