La palabra populista
Enrique Krauze EN REFORMA
En junio del año pasado, en una conferencia de prensa con sus contrapartes de México y Canadá, Barack Obama se asumió como populista en la definición anglosajona del término, la referida a "aquellas políticas que buscan apoyar al pueblo, y en particular a las personas de clase trabajadora". En ese momento aún se veía remoto, por no decir imposible, el arribo de Trump al poder. No sé si ahora, tras el triunfo de Brexit y del fascista que habita (a veces) la Casa Blanca, y ante el ascenso mundial de los líderes que desde la izquierda o derecha representan y defienden feroces políticas antiliberales, Obama -tan sensible y preciso con las palabras- seguiría definiéndose como un populista. No lo ha hecho y es probable que ya nunca lo haga. Y es que la palabra ha terminado por encontrar (en la realidad, no en los diccionarios) su significación definitiva, no tanto por las vagas ideologías que defiende sino por la perversa dominación que trae consigo.
Historiador y ensayista. Director de la revista Letras Libres. Entre sus libros: Por una democracia sin adjetivos (1986), Biografía del poder (1987), La presidencia imperial (1997), Travesía liberal (2003) y De héroes y mitos (2010). Su obra más reciente es Redentores (2011) publicado en Estados Unidos, México y Brasil. Recibió la Orden de Alfonso el Sabio en España y el Premio Comillas de biografía por Siglo de Caudillos. Miembro de El Colegio Nacional.