"La política", escribió el gran comediante Groucho Marx, "es el arte de buscar problemas, encontrarlos en todas partes, diagnosticarlos erradamente y aplicar los remedios equivocados". El problema de México no radica en las elecciones, el voto, las alianzas, el mando único, la segunda vuelta, el "frente opositor", la corrupción o la reelección de legisladores, sino en la capacidad de la clase política -la ampliada, incluyendo a todos los partidos que, desde 1996, son parte del mundo de privilegios- para preservar el statu quo. Es decir, el verdadero problema es que no hay ni la menor disposición a cambiar la realidad existente por parte de quienes tienen el poder para no cambiar nada. Quien observó las recientes elecciones del Estado de México o Coahuila no puede más que concluir que el problema no radica en el procedimiento electoral sino en la esencia del sistema político.
Presidente de CIDAC, institución independiente de investigación. Fue presidente de la asociación de estudiosos de riesgo político y miembro de la CDHDF. Recibió el Premio Dag Hammarksjold (93) y el Nacional de Periodismo (98). Entre sus libros están El Dilema de México: los orígenes políticos de la crisis económica y Clasemediero: pobre ya no, desarrollado aún no. Es doctor en ciencia política y tiene especialización en administración financiera.