No sé si a usted, estimado lector, le parecen normales las cosas que no son normales en nuestra vida cotidiana: los problemas que no se resuelven, las esquinas en que asaltan, las inundaciones que se repiten, los aglomeramientos de tránsito y todas las "pequeñas" cosas que hacen la vida innecesariamente más compleja de lo que de por sí es. Nos sorprende que la población se vuelque hacia los necesitados en momentos de dificultad o de crisis, pero no que las cosas que deberían funcionar fallen. En realidad, se trata de dos lados de una misma moneda: la ciudadanía se aliena cuando ve que nada funciona como debería, pero actúa precisamente porque sabe que puede hacer una gran diferencia en un momento dado. Se trata de un problema de autoridad.
Presidente de CIDAC, institución independiente de investigación. Fue presidente de la asociación de estudiosos de riesgo político y miembro de la CDHDF. Recibió el Premio Dag Hammarksjold (93) y el Nacional de Periodismo (98). Entre sus libros están El Dilema de México: los orígenes políticos de la crisis económica y Clasemediero: pobre ya no, desarrollado aún no. Es doctor en ciencia política y tiene especialización en administración financiera.