OPINIÓN

La candidatura atada

Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

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El candidato del PRI es ya dueño de su campaña. Es responsable del equipo que lo acompaña, del mensaje que proyecta, de las respuestas que ofrece. Al ser designado se presentó insistentemente como el ciudadano apartidista al que respaldaba un partido en busca de renovación. Quiso convencernos de que el PRI era el único partido que se abría a "los ciudadanos" y que con su postulación daba muestras de cambio. El argumento era insostenible desde el principio. La nominación de José Antonio Meade no fue otra cosa que la reafirmación del poder absoluto que el Presidente ejerce sobre su partido. Si se eliminaron las antiguas restricciones fue para dejar el camino abierto al dedo presidencial. El antidemocrático ritual priista resultó irrelevante pues ninguno de los partidos pudo ofrecer contraste. Ni siquiera el PAN, que había sido una organización ejemplarmente abierta a la competencia interior, se atrevió a ventilar sus opciones.