OPINIÓN

No puede haber normalidad en un lugar donde las cifras de muertos, desaparecidos y desplazados equivalen a las de cualquier guerra civil.

Un país normal

Jorge Volpi EN REFORMA

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Sabemos cuál es su corte de pelo favorito y qué productos adquiere su esposa en el supermercado; hemos escuchado su correcta pronunciación inglesa -o su pasable pronunciación francesa- y la melodiosa voz de su compañera de vida; hemos admirado sus dotes musicales y la devoción que sienten por sus hijos; padecemos sus discursos pausados y monótonos o exaltados y furiosos; conocemos de memoria sus arengas o empezamos a familiarizarnos con sus muletillas; los vemos atacarse y defenderse con los dientes. Poco a poco los distinguimos. Pero hay algo que los emparienta a todos: se comportan en campaña como si éste fuera un país normal.