INTERNACIONAL

Pinta la barbarie del EI

REFORMA/Redacción

Cd. de México (26 agosto 2015) .-14:01 hrs

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Cuerpos inertes, llanto, sufrimiento y violencia.

Los cuadros del iraquí Ammar Salim retratan el calvario de los yazidíes, minoría religiosa que sufre el exterminio por parte del autodenominado Estado Islámico (EI).

"La mayoría de la gente lucha con armas, la literatura o la prensa. Yo decidí combatir con el arte", explicó Salim a la Agencia France-Presse.

"Quiero que las personas vean lo que no han visto", insistió.

La serie de 20 cuadros que comenzó a pintar lleva por nombre: "El genocidio de los yazidíes".

Uno de los cuadros se inspira en una fosa común hallada en la región del monte Sinjar, bastión de la minoría yazidi.

Representa a un centenar de personajes, entre los que destaca un miliciano que degüella a un hombre y otro con una cabeza clavada en su fusil.

Otros combatientes apilan cadáveres en trincheras.

Los yazidíes viven un suplicio desde que en agosto de 2014 el EI tomó el control de los alrededores de Sinjar, en el norte de Irak.

El grupo extremista ha ejecutado a muchos hombres y secuestrado a miles de mujeres yazidíes, a las que vende o las convierte en esclavas sexuales, según Amnistía Internacional.

En un cuadro recreó la violación y el asesinato de yazidíes, mientras que en otro lienzo aparecen yihadistas que venden y compran mujeres en Mosul, su bastión en Irak.

El arte de Salim contienen escenas brutales y catárticas, con la única justificación de no olvidar jamás lo que ha ocurrido en la zona, explicó el artista a Al Jazeera.

"La gente ha oído hablar de las atrocidades en las noticias, pero no tienen mucha idea de lo que sucedió exactamente. Hice estas pinturas con lo que en realidad pasó", señaló.

Historias en carne propia



Salim huyó de Bashiqa, Irak, cuando los milicianos del EI se acercaba de ella.

El artista, quien pinta desde niño, tuvo que abandonar las obras realizadas a lo largo de su vida.

"Me marché con toda la familia un día antes de que la ciudad cayera en manos del EI. Dejé toda mi vida allí", contó.

"En el pueblo tenía un taller en el que construía figuras de papel y máscaras de silicón para los carnavales y las fiestas de todo el Kurdistán", recordó el artista.

"La última vez que llamé a un vecino para preguntarle por mi negocio, me dijo que lo habían destruido".

Pero eso no le detuvo y para continuar con su obra Salim habló con los que como él, pudieron huir.

"Los supervivientes me contaron las historias del éxodo. Escuché los testimonios de quienes sobrevivieron al monte Sinyar y de las mujeres que sufrieron durante algunos meses el yugo de los extremistas", relató al medio español El Mundo.

La enseña negra del EI figura casi en todos los lienzos.

Los acólitos del supuesto califato comparten una estética siniestra, como la que difunde su propaganda.

"Me baso en la información que me ha proporcionado la gente que escapó. Me explicaron como es el trato con ellos; cómo se comportan y la ropa que visten. El rostro de las víctimas es fruto de mi imaginación pero las escenas tratan de acercarse a la realidad de los hechos", agregó el artista al rotativo español.

Salim sabe que cada cuadro es rebasado por la realidad día a día, pero no cesa en su deseo de mostrar lo que sucede.

Por ello sube su obra a las redes sociales. Algunos le aplauden su iniciativa en Facebook y en Twitter, pero otros se lo critican y censuran.

"Hay quien ha tomado el fusil y se ha ido al frente a luchar por Irak. Mi arma es la pintura", insistió.

"Desde que comencé esta aventura he recibido varias amenazas de muerte pero no pienso rendirme. No me callarán", concluyó.