OPINIÓN

Ejército y democracia

Luis Rubio EN REFORMA

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El ejército mexicano se caracteriza por un conjunto contradictorio de paradojas. Por una parte, es la institución que goza del mayor prestigio y reconocimiento popular. Por otra es, con la posible salvedad de algunos cuerpos policiacos, la entidad más criticada en términos de derechos humanos. En la última década se le ha involucrado en tareas policiacas para las cuales no está preparado ni entrenado, a la vez que se ha vedado de actuar en zonas de alta peligrosidad, sobre todo las que se caracterizan por elevada actividad guerrillera. Además, el cuerpo militar sigue viviendo bajo una lógica política típica del siglo XX, incompatible con el entorno de transparencia que es inherente a la era de la globalización y la ubicuidad de la información. El resultado de estas paradojas es que al soldado mexicano se le exige lo que no puede dar, se le critica por lo que no es su responsabilidad y no se ha creado una nueva estructura legal e institucional que le permita entrar de lleno al siglo XXI.