El voto sirve. El del 7 de junio sirvió porque dolió. La elección más reciente cuenta porque deja, en efecto, lastimados. Habrán salido todos los dirigentes a mentir con la estadística y decir que, a su modo, ganaron. Que no les fue tan mal. Compararán esta elección con la votación que les acomode para inventar una justificación ante el descalabro. Lo cierto es que hay perdedores, que se emitieron señales de alerta, que hay amenazas y castigos.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.