Hay dos teorías sobre la incapacidad del país para romper con sus inercias destructivas. Unos argumentan que el país tiene frenos culturales que se explican por factores antropológicos e históricos que llevan a rechazar un cambio de forma de ser y, por lo tanto, constituyen un impedimento estructural al éxito de las reformas que, desde los ochenta, ha emprendido el país. Una derivada de esta perspectiva es que la informalidad, el rechazo a la competencia y, en general, a la globalización, reflejan una satisfacción con el statu quo y, por lo tanto, un repudio a la esencia de las reformas. En su versión más extrema, esta teoría propone que la clase política quiere mantener a los mexicanos pobres para controlarlos y preservarse en el poder.
Presidente de CIDAC, institución independiente de investigación. Fue presidente de la asociación de estudiosos de riesgo político y miembro de la CDHDF. Recibió el Premio Dag Hammarksjold (93) y el Nacional de Periodismo (98). Entre sus libros están El Dilema de México: los orígenes políticos de la crisis económica y Clasemediero: pobre ya no, desarrollado aún no. Es doctor en ciencia política y tiene especialización en administración financiera.