"España lleva meses sin gobierno y su economía mejora cada día". Así comienza un análisis* extraordinario y aleccionador, sobre todo porque obliga a considerar lo que hace funcionar a un país y a su economía. Si bien los políticos españoles no han logrado ponerse de acuerdo para armar una coalición gobernante (lo que ha obligado a nuevos comicios), el país funciona de manera normal. Visto desde México, que ha pasado por momentos de lo más delicados, preocupantes e inciertos (vgr. 1982, 1988, 1995 y 2006), esto es algo impactante. ¿Puede uno concebir qué pasaría si súbitamente nos quedásemos sin gobierno, sin una figura clara de autoridad? Aunque pudiera parecer absurdo, en cada uno de esos momentos el país se paralizó por la enorme incertidumbre que produjo la falta de claridad respecto al futuro: ¿podrá salir el país de esos momentos tan aciagos? Nada de eso está ocurriendo en España y ese contraste me hizo reflexionar sobre nuestra propia realidad: me resulta claro que lo que nos distingue de España es justamente la diferencia entre gobierno y burocracia.
Presidente de CIDAC, institución independiente de investigación. Fue presidente de la asociación de estudiosos de riesgo político y miembro de la CDHDF. Recibió el Premio Dag Hammarksjold (93) y el Nacional de Periodismo (98). Entre sus libros están El Dilema de México: los orígenes políticos de la crisis económica y Clasemediero: pobre ya no, desarrollado aún no. Es doctor en ciencia política y tiene especialización en administración financiera.