OPINIÓN

Lecciones de vísceras

Luis Rubio EN REFORMA

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La gran lección del voto británico es que nadie tiene el control de los procesos políticos. En un mundo en el que la información es horizontal y todos tienen acceso a ella -como receptores e informadores- nadie puede limitar lo que se sabe (sea cierto o falso), lo que se discute o lo que se concluye. La información es ubicua y cualquiera puede conducir el debate: todo depende de su habilidad. David Cameron inició el proceso al convocar a un referéndum e instantáneamente perdió el control: una vez que el conejo salió de la chistera, el debate quedó en manos de los más hábiles y el control en los electores. El gobierno inglés no fue el más hábil y los electores tenían otros planes y preocupaciones.