OPINIÓN

De plano nos negamos a aprender cualquier lección: desdeñamos la prudencia y optamos por la desconfianza, el egoísmo, el rencor

Annus horribilis

Jorge Volpi EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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Si 2020 fue el año de la sorpresa, la incredulidad, la incertidumbre, la ansiedad, el duelo, la sobrevivencia y, al cabo, la esperanza -el mundo entero trastocado de principio a fin por la pandemia de Covid-19 desde su expansión desde China hasta la aparición de las primeras vacunas-, 2021 ha terminado por ser aún peor: uno de los más lamentables de la historia reciente, marcado por un ritmo en staccato, de pequeños avances y constantes retrocesos, y que queda sellado, sobre todo, por nuestra voluntaria renuncia a aprender algo de la conmoción previa. Un año espantoso que cierra, de nuevo, con la metafórica inestabilidad de la variante Ómicron, que anuncia una era de contagios al por mayor aun si los síntomas del mal -al menos para los vacunados- se anuncian relativamente más suaves.