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'Habemus Constitución'




Hora de actualización: 01:24 hrs.
Ernesto Núñez
Divididos llegaron a la Constituyente, y divididos permanecieron hasta el final.

PRD y Morena, las dos fuerzas mayoritarias de la capital, mantuvieron sus diferencias hasta ayer, en las últimas votaciones de la primera Constitución de la capital.

Hace 20 años, todos eran perredistas y, pese a estar divididos en tribus, se aglutinaron en torno a Cuauhtémoc Cárdenas para arrebatarle la Ciudad al PRI.

Ayer, al desahogar los últimos artículos de la Constitución, mantuvieron las diferencias mostradas desde el inicio del proceso. Se fragmentaron, incluso, en la discusión del preámbulo del texto constitucional.

La votación del artículo 21, con la que inició la sesión de ayer, dejó ver con nitidez esa fractura, una grieta que PRI y PAN aprovecharon para "descafeinar" (Muñoz Ledo dixit) el proyecto original de Constitución.

Cuando se argumentó el apartado C del artículo 21, referente al ordenamiento territorial, subieron a tribuna, para hablar a favor, Cecilia Soto y Enrique Provencio, de la bancada perredista, y Javier Jiménez Espriú, de Morena. Y, en contra, subieron tres constituyentes de Morena: Mayela Delgadillo, Irma Eréndira Sandoval y Jaime Cárdenas.

Paradójicamente, los diputados del PAN y PRI, promotores de las reservas que modificaron el esquema de ordenamiento territorial propuesto por el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, ni siquiera tuvieron que subir a tribuna para impulsar su propuesta.

Al final, se aprobaron con 73 votos a favor y cinco en contra dos numerales del artículo 21, sobre mecanismos para mitigar los impactos de desarrollo inmobiliarios, y la obligación de los desarrolladores para pagar una compensación monetaria para mitigar el impacto urbano y ambiental.

No quedó en el artículo un numeral que buscaba prohibir las prácticas de segregación social en el desarrollo o gestión urbana. Ni una iniciativa de algunos diputados de Morena para prohibir explícitamente la gentrificación o exclusión de los residentes originales de una zona por la presencia de un proyecto inmobiliario.

"Esta Ciudad no solamente se está volviendo una Ciudad de concentración, también se está volviendo una Ciudad de élites, se está volviendo de guetos", advirtió Mayela Delgadillo, "en el último párrafo se hablaba de segregación social, que no es igual a la gentrificación, al desplazamiento de la gente originaria que ha venido perdiendo recursos para ser sustituida por gente más joven, evidentemente, con mayores recursos".

Cecilia Soto pidió votar a favor, pues la fórmula de compensación monetaria rescató el artículo 21 que, sin mitigaciones, hubiera significado una pérdida más en la Constitución.

"Me parece correcta la necesidad de que se pague una compensación monetaria a fin de contribuir al desarrollo y al mejoramiento del equipamiento urbano. La ley establecerá las formulas y criterios para aplicación de dichos ingresos en las zonas de influencia", explicó.

Irma Eréndira Sandoval, de Morena, alertó sobre la influencia de poderes fácticos en la redacción del artículo 21, y recordó que hoy los poderes fácticos son financieros y especuladores, y apuestan por generar prácticas de exclusión y procesos de segregación en la Ciudad.

"El pueblo ya no quiere ser excluido, ya no quiere prácticas especulativas en el uso del suelo, ya no quiere ver esos mols, ya no quiere ver esos edificios horrorosos que destruyen toda la arquitectura de esta Ciudad", dijo.

Pero su compañero de bancada, Javier Jiménez Espriú defendió la nueva redacción, e incluso recordó al pleno que Morena no siempre vota en bloque.

"En el grupo de Morena tenemos algunas diferencias, y algunas de las personas ven de izquierda a derecha y otras de derecha a izquierda", señaló.
PreámbuloDespués de aprobar el artículo 21, cuando eran las 20:15 horas, los diputados comenzaron a debatir el preámbulo de la Constitución, un texto de cinco párrafos, cuartilla y media, que debió aprobarse como un mero trámite, después de haberse debatido intensamente 76 artículos y desahogado los 14 temas polémicos del "itacate" de reservas.

Pero, cuando se puso a consideración el texto redactado por Porfirio Muñoz Ledo, los diputados de Morena detectaron la mutilación de un párrafo que decía: "Esta Constitución es posible merced a la organización cívica y autónoma de sus pobladores y a la resistencia permanente contra el poder autoritario".

Jesús Ramírez, Jaime Cárdenas, Javier Quijano, Bernardo Bátiz, todos de Morena, reprocharon a Muñoz Ledo que cambiara su preámbulo original, merced de las negociaciones con otros grupos parlamentarios.

Muñoz Ledo subió a tribuna, dijo que le dolía personalmente perder palabras y frases. "Es como perder algo de uno mismo", dijo el redactor del proyecto. Pero consideró que era necesario ceder, en aras de poner en la Constitución un preámbulo de consenso.

Algunos perredistas estuvieron de acuerdo, como Roberto López. Otros no, como Jesús Ortega, quien se sumó al reclamo de Morena para volver a la redacción original, leída en el pleno 16 horas antes.

"El que hoy tenemos no es un buen texto, yo coincido con quienes están opinando que no debiéramos de aprobarlo. El texto adecuado es el que se presentó el domingo 29 de enero", dijo Ortega, y propuso dos alternativas: redactar otra propuesta para presentarla el martes o someter ambas a votación para ver cuál se aprobaba.

Cuando Muñoz Ledo y el presidente de la Asamblea, Alejandro Encinas, explicaban al pleno que el preámbulo debía votarse en ese momento, pues ya no había tiempo procesal, PRI y PAN entraron al debate.

Los priistas Enrique Jackson y Augusto Gómez Villanueva defendieron la redacción consensuada, pero mostraron su flexibilidad a que se preparara otra redacción, para salvar el preámbulo.

Gonzalo Altamirano, del PAN, advirtió que si en ese momento no se hacía un esfuerzo por aprobar el texto, aún con imperfecciones, se corría el peligro de quedarse sin él.

"Este documento debe reflejar lo que es la Ciudad de México, no lo que es la concepción de un partido político. La Ciudad de México no es de izquierda, ni nació en el 97, la Ciudad de México tiene su historia, tiene sus tradiciones y eso debe de apegarse en el proemio", añadió.

El perredista Armando Ríos Piter insistió en que sería ridículo entramparse con el preámbulo, luego de más de 30 sesiones de debates para construir la Constitución.

Roberto Gil, del PAN, de plano sugirió que, si no había consenso, era mejor eliminar el preámbulo o minimizarlo, tal como hicieron los constituyentes de 1917, para dejar a la posteridad "el producto de sus consensos y no el legado de sus disensos".

Tras una hora de discusión, Alejandro Encinas paró el debate y abrió un espacio para que Muñoz Ledo buscara con los grupos parlamentarios una nueva redacción de consenso.

Ésta se escribió ahí mismo, sobre los respaldos de las curules, y fue subida a tribuna alrededor de las 21:30 horas, con una nueva redacción: "Esta Constitución es posible merced a la organización cívica y autónoma de sus pobladores y la resistencia histórica contra la opresión. Es la culminación de una transición política de inspiración plural y democrática".

El preámbulo recuperaba, además, el que fuera artículo 7 del proyecto de Mancera, que para el grupo redactor y para el PRD era de gran valor: "La Ciudad pertenece a sus habitantes. Se concibe como un espacio civilizatorio, ciudadano, laico y habitable para el ejercicio pleno de sus posibilidades, el disfrute equitativo de sus bienes y la búsqueda de la felicidad".

Finalmente, el anhelo de una Ciudad feliz se aprobó con 77 votos a favor, tres en contra y cero abstenciones.

En la última sesión, había 80 constituyentes en la sala.
Colofón
La sesión, iniciada a las 7 de la noche, avanzaba lentamente. Las horas transcurrían y Encinas tenía prisa. Se impacientaba. Cuando los diputados se distraían, formaban grupos o elevaban la voz, el Presidente endurecía el rostro, echaba el cuerpo para atrás, se quitaba los anteojos y, como un maestro de Bachillerato, los llamaba al orden con frases como: "¿no les molesta que los distraigamos mientras seguimos trabajando? ¿Le molestaría si continuamos aprobando la Constitución, señor diputado?".

Pero los diálogos en grupo continuaron, y fue hasta las diez de la noche del lunes, cuando la Asamblea comenzó a procesar el régimen transitorio: los artículos que establecen las fechas de entrada en vigor de las disposiciones constitucionales, en un plazo que va desde el 2018 hasta el 2021.

En un solo acto, se aprobaron 28 de los 39 artículos transitorios, pues 11 fueron reservados por diputados de varios partidos para proponer modificaciones.

La discusión de esos 11 artículos se prolongó durante dos horas.

A la medianoche, subió a tribuna Jaime Cárdenas, el académico de la UNAM, ex consejero electoral y ex diputado federal. Hoy, el diputado más activo de los 100 que redactaron la Constitución.

Al presentar su reserva a los transitorios, con la que busca que la Constitución fuera sometida a un referéndum después de aprobarse, anunció que ésta sería la última vez que subiría a tribuna.

Sus compañeros rompieron en aplausos, divertidos. Cárdenas subió, en total, cien reservas, y sólo le aprobaron tres. Según comentó ayer, subió a argumentar en todos los artículos discutidos, no faltó a una sola sesión, y no dejó pasar ni el más mínimo detalle de técnica parlamentaria que considerara anómala.

Cárdenas usó la tribuna para agradecer la paciencia a sus colegas, les deseó suerte, y se despidió de ellos pidiendo que su reserva, ahora sí, fuera aprobado. Mañana volverá a la Facultad de Derecho para impartir su clase a alumnos de Postgrado.

Su reserva no fue ni siquiera discutida, pero los constituyentes usaron su intervención como colofón de un proceso de cinco meses, 40 sesiones y miles de horas de debate, tanto en el pleno como en comisiones.

Después de Cárdenas, diputados de todos los grupos parlamentarios hablaron para agradecer a las áreas técnicas que los auxiliaron en estos trabajos.

Se felicitaron, pulularon las selfies, los abrazos, los gritos de júbilo, las felicitaciones a los coordinadores parlamentarios, a Encinas y las diputadas de la Mesa Directiva, a Porfirio Muñoz Ledo, y hasta la prensa que cubrió los trabajos de la Constituyente.

A las 00:15 horas, Encinas detuvo el festejo con un lacónico: "esto no se acaba hasta que se acaba".

Pero el júbilo ya había desbordado a la Asamblea y, a las 00:17 del martes, cuando quedaba la duda de si aún faltaba un artículo por aprobar, el panista Santiago Creel adelantó la frase que iba a pronunciar Encinas: "habemus Constitución".

Encinas recibió un reconocimiento, con un aplauso unánime y sonoro.

Después hablaron el priista César Camacho, la perredista Dolores Padierna; el coordinador de Morena, Bernardo Bátiz; la diputada Clara Jusidman, integrante del grupo redactor; el priista Augusto Gómez Villanueva, decano en la Constituyente; Alejandro Bustos, del PVEM; Aída Arregui, del PES; Gabriela Rodríguez, de Morena; el priista Eduardo Escobedo; Alejandro Chanona, de MC; Lol Kin Castañeda y Katia D'Artigues, diputadas externas del PRD; el priista José Olvera; el periodista Miguel Ángel Velásquez, quien renunció a la bancada del PRD; la perredista Cecilia Soto; el ingeniero Javier Jiménez Espriú, de Morena; la priista Cynthia López; la panista Kenia López y la ministra Olga Sánchez Cordero, en un desfile de oratoria que culminó a la 1:33 de la madrugada.

Todos felicitaron a Muñoz Ledo, el constructor principal del proyecto, y a Alejandro Encinas, el conductor de los debates. Y se felicitaron mutuamente porque, después de la dura batalla, pudieron darle a la Ciudad su primera Carta magna.

Pero el "habemus" era en realidad un "casi casi casi habemus", según aclaró Encinas.

Un par de asuntos quedaban por votarse: la culminación legal de aquellos temas en los que no hubo definición. Y la aprobación de los artículos 20 y 28 transitorios.

Jesús Ramírez, de Morena, todavía cuestionó a Encinas por querer someter esos artículos a una votación exprés, pero se aprobaron sin problema.

La "fiesta" de la aprobación fue interrumpida con un nuevo receso declarado por Encinas, quien citó a las 12:00 horas de hoy al pleno, para concluir, ahora sí, los trabajos de la Constituyente.
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