NACIONAL

Huyen de los 'maras' niñas salvadoreñas

Miguel Domínguez y Rolando Chacón

(30 junio 2014) .-00:00 hrs

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Esa tarde de mayo, Karem quedó horrorizada. Por la ventana de su casa vio cómo pandilleros golpeaban y acuchillaban a sus vecinos por no pagar "la cuota" a los maras.

"Ahora sigo yo o mi hermana", recuerda que dijo, ya que ella también vive de las remesas que mandan sus padres desde Estados Unidos.

Integrantes de la violenta pandilla Mara Salvatrucha exigen pagos a personas con familiares en Estados Unidos para no hacerles daño, cuenta Karem, de 15 años de edad.

"Enfrente de mi casa mataron a dos vecinos porque no quisieron pagar la renta, 80 pesos. Todos los que tenemos familiares en Estados Unidos tenemos que pagar eso para que no nos hagan daño", reveló.

Ella y su hermana de 12 años vivían hasta el mes pasado en Cabañas Ilobasco, ciudad de El Salvador. El 21 de junio fueron rescatadas de una casa de seguridad de unos "coyotes" en Reynosa.

Las menores huían de la violencia y buscaban llegar a Maryland, donde vive su padre desde 2001 y su mamá desde 2003.

No se olvidaron de sus hijas, cada mes les enviaban dinero.

"Vivíamos con mi abuelita y mis familiares, pero ellos ya se habían ido a vivir a Costa Rica por tanta violencia y amenazas, nomás quedaba mi abuelita y nosotras dos", comentó.

La noche del día que los "maras" acuchillaron a los vecinos, la menor habló por teléfono con su padre y le platicó la forma como los masacraron. Ante los hechos, el padre de las menores les mandó dinero para ganchar un "guía", como le llaman a los "coyotes" en El Salvador, para cruzar México.

"Al otro día mi abuelita se fue a Costa Rica, nosotros vendimos cosas y a finales de mayo nos salimos; íbamos a Maryland, allá viven mis papás", dijo Karem.

Junto con su hermana ahora viven en el Centro de Apoyo a Menores Fronterizos, un albergue del DIF que atiende niños en situación extremadamente difícil, entre ellos los asegurados o deportados.

Resignada, dice que espera ser deportada a El Salvador, pero con tristeza enfatiza que en su país ya no tiene familiares y que en su paso por México sufrió violencia.

"Mi papá nos dijo que nos viniéramos a Maryland y le hicimos caso, pero nos ha ido muy mal, primero en Tonalá (frontera sur de México) la Policía nos quitó dinero".

Dice que portaban 800 dólares cada una para el viaje; ella escondió su parte y salvó ese recurso.

"A mi hermana le quitaron todo los policías".

Batallaron para salir de Chiapas, y caminaron horas hasta encontrar una central camionera.

"Ya veníamos y unos Zetas nos bajaron del camión (en Veracruz), nos asaltaron, nos llevaron caminando a un cerro, me quitaron la blusa, pero uno dijo que no, que la orden era el dinero nomás, y nos salvamos, creía que nos iban a matar", expresa.

Platicó que al llegar a Reynosa fue abordada por sujetos que aseguraban ser el contacto para llevarlas al lado americano por el Río Bravo.

"Nos llevaron a una casa y nos tuvieron encerradas como siete días. Ese día que llegaron los federales ya me habían dicho que me preparara, que en una hora iban a pasar por mí y mi hermana para cruzar el río", comentó.

No recuerda dónde estaba la casa de seguridad, pero la Sedena reportó la semana pasada dos rescates de indocumentados, uno en la Colonia Satélite y otro en el Waldo's, de la Colonia Juárez.

"Me trajeron aquí y ya tenemos cinco días. Ya nos dijeron que es muy peligroso, ya me quiero ir, no tenemos para cuándo nos regresen", expresó en medio de la nostalgia y resignación por no poder ir con sus padres a Maryland.

Enfrentan en travesía al crimen organizado

Muchos de los menores provenientes de Centroamérica que intentan llegar solos a Estados Unidos son "presa" de mafias y son hostigados por autoridades.

"En su viaje al norte, los menores se enfrentan al crimen organizado, a riesgos importantes, especialmente las niñas y jovencitas en el cruce desde su lugar de origen hasta aquí", dice la investigadora del Colegio de Sonora, Gloria Ciria Valdez.

"Ellos refieren que son hostigados por las autoridades migratorias, por policías y militares al pasar retenes si viajan por camión o por avión".

Tras entrevistar a más de 100 menores migrantes no acompañados que han sido deportados a México, Ciria dice que la mayoría de los centroamericanos atraviesan México en autobuses, incluso en avión.

En Altar, Sonora, hasta hace dos o tres años, las cabinas telefónicas eran uno de los negocios más redituables, ya que eran usadas por los migrantes para comunicarse a Estados Unidos o Centroamérica. Hoy la mayoría de los hondureños o guatemaltecos trae teléfono celular con lada de Chiapas.

El párroco Prisciliano Peraza García, quien apoya a los migrantes en Altar, afirma que es en verano cuando resulta más peligroso cruzar por esta frontera hacia Estados Unidos.

"En esa época, el migrante mexicano evita esta zona por el calor, y los grupos de polleros establecidos en el sur del País ofertan al centroamericano venirse por aquí", dice Peraza, quien afirma que pasan entre 350 y 400 menores al día por la zona, la mayoría de 13 a 17 años, principalmente de Honduras, Guatemala y El Salvador.

Es frecuente tráfico de menores mexicanos

Los casos de niños mexicanos que intentan ser cruzados de forma ilegal a Estados Unidos es una práctica frecuente, afirma Felipe Barrera, portavoz de la Oficina de Información Pública de Aduanas y Protección Fronteriza.

Tan sólo en tres días de junio, en el Puente Internacional de Hidalgo, Texas, los oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) reportaron el arresto de cinco mujeres que intentaron pasar a cuatro menores mexicanos.

El primer incidente ocurrió el sábado 14 de junio, cuando una estadounidense de 30 años, de Donna, Texas, llegó al puente con un niño de 4 años, quien, según ella, era su hijo, lo cual resultó ser falso.

El domingo 15 de junio, en el mismo puente, tres mujeres de 21, 42 y 55 años de edad que llegaron en un vehículo intentaron cruzar con un niño de 2 años y otro de 4.

La mujer de 55 años es residente permanente legal de Mission, y las otras dos son madre e hija, ciudadanas estadounidenses de Garland, Texas.

Al día siguiente se registró un incidente más en el mismo cruce, en donde estuvo implicada una joven de 19 años, originaria de Charlotte, Carolina del Norte, quien pretendía pasar con una niña de casi 2 años.