REVISTA R

Paraíso perdido

La apuesta de Morelia 13

Rafael Aviña

(08 noviembre 2015) .-00:00 hrs

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El Festival de Morelia cumple 13 años con la misma férrea organización, vivacidad, notables invitados y un arsenal de filmes propositivos y provocadores.

Una vez más, apuesta por una reivindicación histórica nacional con un atractivo rescate de Cine Gótico Mexicano y un homenaje al michoacano Fernando Méndez. Por si fuera poco, su infatigable directora, Daniela Michel, introdujo en este 2015 nuevas alternativas para un cine nacional arriesgado: Impulso Morelia, ocho filmes en postproducción en busca de canales de apoyo.

Además de algunos admirables estrenos internacionales (Carneros, Nuestra hermanita, El hijo de Saúl, High Rise, La langosta) y nacionales, entre los que sobresalen Chronic, de Michel Franco -Mejor Guión en Cannes- y dos obras de una sobriedad aterradora y reflexiva: Las elegidas, de David Pablos, y Desde allá, del venezolano Lorenzo Vigas, así como la caída total de Michael Rowe con la lamentable Early Winter, Morelia exhibió 100 películas mexicanas: 55 cortos, 14 largos documentales, 13 obras michoacanas y 18 largos de ficción.

El tema de la ira, el desencanto, la frustración y la corrupción en las altas esferas aparece este año con algunos de sus mejores títulos. Princesa, corto de David Zonana, toma una distancia casi documental en un caso de abuso sexual y sus consecuencias. Te prometo anarquía, de Julio Hernández Cordón, narra con vigor naturalista la relación amorosa entre un alivianado niño bien y un skater callejero. Realismo sin glamour para plantear una historia de amor/odio homosexual en medio de la brutalidad social urbana.

Los herederos plantea la visión de niños y adolescentes de las clases más privilegiadas, su insolencia, desfachatez y el abandono afectivo que catapulta la violencia, observada con precisión clínica por su realizador Jorge Hernández Aldana y su guionista Gabriel Nuncio. Las secuelas de la intromisión del narco y la desilusión en la cotidianidad social se observa en notables cortos como Luces brillantes, de Alejandro Gerber, mostrando la fractura familiar al igual que Mila, de Óscar Enríquez, que elige un acercamiento pavoroso e inquietante, así como el tenso relato de Juan Manuel Erazo: El trabajo te libera.

Temas de diversidad sexual y gozo erótico son observados con inteligencia y humor por Alejandra Sánchez en su corto Luisa (brillante protagonista Marisol Gasé), y con nostálgica eficacia por Roberto Fiesco en Trémulo. Elisa Miller plantea el desenfado erótico que poco a poco se resquebraja en El placer es mío. Rodrigo Plá propone el brote de ira familiar a partir de los abusos de las aseguradoras médicas en Un monstruo de mil cabezas. Matías Meyer, en Yo, consigue una inquietante docuficción con un protagonista de asombro, como sucede con las desiguales Bictor Ugo, de Carlos Clausell y Josep María Bendicho, rodada en Barcelona, y Mientras la prisión exista, de Nicolás Gutiérrez Wenhammar, historia de amor y delincuencia que bebe de la nueva ola francesa.

Muy en deuda con el documental etnográfico de exportación, pero con una gran sensibilidad para trastocarlo en una bella historia con una niña indígena protagonista, es La casa más grande del mundo, de Ana Bojórquez y Lucía Carreras. Finalmente, Jack Zagha consigue un divertido relato de alienación y amistad con una base teatral: Almacenados. Y Sopladora de hojas, de Alejandro Iglesias Mendizábal, es una simpática, fresca y agridulce comedia de crecimiento adolescente. Morelia está más vivo que nunca y para demostrarlo, la excepcional presentación de la curaduría Lumiere!, ofreciendo una visión inédita y revitalizadora del trabajo de los creadores del cinematógrafo en el siglo XIX.