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REPORTAJE

Obras contra árboles

Andro Aguilar

(08 mayo 2016) .-00:00 hrs

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En la zona donde es construido el Deprimido Mixcoac, alguna vez existió el Río Churubusco. En la década de los 60, el gobierno del Distrito Federal lo entubó para construir una avenida y, a partir de entonces, por ahí sólo fluyen vehículos automotores. Aun así, durante décadas hubo más de mil árboles que daban sombra, vista y aire a la zona, hasta que una nueva administración -ahora de la llamada CDMX- decidió talar más de la mitad de esos ejemplares para privilegiar, de nuevo, el flujo vehicular.

La obra es un caso paradigmático de las edificaciones que ponderan el uso del automóvil sobre los recursos naturales.

Desde 2014, la zona se ha transformado. Las áreas verdes se reducen, conforme avanza una obra cuestionada por su efecto en el medio ambiente y falta de transparencia.

En julio de 2015, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad señaló las deficiencias que halló en la Manifestación de Impacto Ambiental de la obra, emitido por la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad.

Los investigadores determinaron que las medidas de compensación por la tala de árboles eran insuficientes y sólo representan el 1 por ciento del presupuesto total invertido en la obra.

Además, de los 855 árboles que serían derribados, las especies de 611 están protegidas por leyes locales o federales, entre las que destacan el fresno, el cedro y el ahuehuete, cuya tala sólo puede ocurrir si están muertos o ponen en riesgo a la población. También se hallaron inconsistencias entre el número de árboles talados y trasplantados.

Desde que comenzó la obra, surgieron protestas de vecinos con mensajes como "No a la tala de árboles"; "Movilidad sí, ecocidio no"; "No al túnel, sí a los árboles"; "Más áreas verdes, menos cemento". Aun así, los árboles fueron talados, y el Deprimido podría inaugurarse en los próximos meses.

En esta Ciudad, que justo acaba de vivir tres días consecutivos de contingencia ambiental, las autoridades permiten que sean talados 15 árboles cada día para construir vialidades, plazas comerciales o torres de vivienda.

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Algunos de los mensajes aún permanecen en la zona de Mixcoac: "No me mates", se lee en listones enrollados en los troncos de los árboles que siguen en pie.

Antes de que la mayoría de los árboles fuera derribada, los vecinos organizaron protestas, recorridos en bicicleta, campamentos de día y noche, abrazos colectivos a los troncos y ofrendas por los árboles muertos.

Desde febrero de 2015, cada semana vecinos y autoridades de las secretarías de Gobierno, Medio Ambiente y Obras y Servicios de la CDMX se han sentado para negociar. La autoridad argumenta haber incorporado 18 propuestas de vecinos.

La secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, se comprometió de manera verbal a no talar 300 árboles, de los 855 contemplados en el proyecto.

Los vecinos, sin embargo, argumentan que las autoridades no respetaron el acuerdo. De un conteo que ellos realizaron, registraron la existencia inicial de mil 159 árboles. Con el compromiso gubernamental, deberían quedar en pie 559, pero en su nuevo conteo registran sólo 326, por lo que acusan que ya fueron derribados 233 más de los que reconoce la autoridad.

La obra ha requerido incluso la presencia de fuerzas policiales para poder continuar.

El incidente más reciente ocurrió el 4 de abril, cuando dos vecinos simularon amarrarse a dos árboles que serían talados. Juan Carlos Durán, integrante del Frente Vecinal Poniente, relata que aprovecharon la hora de la comida de los obreros para protestar. Dos vecinos simularon atarse y uno registró las imágenes.

Ese día se habían talado 10 árboles más sobre un camellón de Barranca del Muerto, que inicialmente las autoridades no tocarían.

Una de las arquitectas de la Secretaría de Obras y Servicios gritó a los trabajadores: "Sálganse del camellón, vienen por ellos". Mientras tanto, siete hombres avanzaban hacia los manifestantes desde Río Mixcoac.

"Me pegaron en el rostro y me rompieron dos dientes", relata Durán, "me caí, se rompió mi celular, y mis lentes. Todavía sentí algunos golpes en el piso. Cuando vieron que el otro vecino se acercaba a ayudarme, o quería grabar video, se le fueron encima. Le dislocaron un dedo por el forcejeo para quitarle la cámara".

Por las protestas en la obra, los vecinos han presentado al menos cinco quejas ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, que no han generado recomendaciones a la autoridad.

Durán acusa que, desde entonces, los trabajadores contratados por la constructora OMCI amenazan a los vecinos, les avientan la maquinaria y las sierras, sin que la autoridad intervenga.

El 5 de abril se reunieron con Patricia Mercado, a quien le pidieron detener la tala de árboles durante la contingencia declarada en esos días por la Comisión Ambiental de la Megalópolis ante la mala calidad del aire.

Pero la funcionaria ni siquiera se pronunció públicamente sobre las agresiones. Y las obras del Deprimido Mixcoac no se detienen. Los trabajadores continúan derribando árboles de hasta 30 metros de altura.

De forma verbal, las autoridades se han comprometido a restituir mil árboles en las colonias aledañas y crear un parque lineal al final del proyecto. La Sedema había restituido hasta el mes pasado 354 ejemplares.

Uno de los compromisos del gobierno de Mancera es que durante dos años darán seguimiento a esos árboles para que no mueran. Los especialistas ambientales, sin embargo, advierten que sin áreas verdes es menos probable que los nuevos árboles sobrevivan, ya que disputarán el espacio con los árboles existentes.

La arquitecta Raquel Rodríguez, opositora a la obra, señala que 80 por ciento de los árboles que se están restituyendo presentan un estado declinante.

En medio una crisis ambiental, y ante casos como el del Deprimido Mixcoac, la administración de Miguel Ángel Mancera lanzó un programa de reforestación que equivale a plantar la quinta parte de los árboles que ha permitido tirar entre diciembre de 2012 y abril de 2016.

El programa busca plantar 3 mil 500 árboles, iniciando con mil 63 en 2016. Pero se anula con otras acciones de Mancera, como el haber cancelado el decreto de Área de Valor Ambiental de la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca, en julio de 2014, que dio pie a la tala de mil 34 árboles y la afectación de 18 mi 548 metros cuadrados de áreas verdes. Todo, para dar paso al Gran Premio de la Fórmula 1, un año después.

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Sergio Ricco es un etnólogo que vive a unas cuadras del Deprimido Mixcoac. Tiene 61 años de vida y 20 de vivir en la colonia Actipan, uno de los primeros pueblos asentados en la Ciudad de México. Hace más de 100 años, en esos terrenos crecían magueyes, nopales y matorrales, y abundaban aves acuáticas como patos y chichicuilotes.

Esos barrios pertenecen a la delegación Benito Juárez, una zona en la que, a principios del siglo XX, predominaban los fresnos -con más de 7 metros de altura-, los ficus, liquidámbar, jacarandas, araucarias, cedros, eucaliptos, colorines, guayabos, hules, pinos, cipreses y truenos.

A finales de siglo, la realidad de esa demarcación era muy distinta: de 1997 a 2003 redujo sus espacios públicos de mil 39 a 746 hectáreas.

Para 2009, según la Sedema, tenía apenas 2.9 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, cuatro veces menos de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

El etnólogo Sergio Ricco y otros habitantes de la zona están preocupados de que desaparezca pronto uno de los pulmones de la zona, ubicado en la calle Oso, donde hay un predio de 5 mil 750 metros cuadrados que alguna vez fue una escuela y ahora funciona como estacionamiento.

El lugar tiene 72 árboles de hasta 30 metros de altura que están en riesgo de ser talados desde julio de 2015, cuando la Sedema autorizó su derribo a cambio de 447 mil 491 pesos.

Los vecinos propusieron a los empleados de la tienda departamental Liverpool, a la que pertenece el predio, que éste se adapte como un parque que lleve el nombre de la empresa. También han demandado al gobierno de la Ciudad la expropiación del terreno para construir un proyecto que respete la vida de los árboles, donde habitan pájaros carpinteros y ardillas. Pero no han obtenido respuesta.

Al etnólogo le afecta que se difumine el barrio en el que vive, no sólo por el arraigo que tiene, sino por la imposición de un modelo de vida.

"Hay que defender los espacios públicos de convivencia. No es lo mismo enamorarte en un parque o un jardín, que irte a enamorar a un Starbucks".

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Además de los beneficios ambientales que brindan a las personas, los árboles de la Ciudad cuentan episodios de su historia.

Sobre la Calzada México-Tacuba, aún permanece el tronco quemado del ahuehuete en que el conquistador Hernán Cortés se sentó a llorar su derrota en 1520 a manos de los mexicas.

En el Bosque de Chapultepec, permanece otro ahuehuete, seco por la falta de agua y la contaminación, que fue plantado por Nezahualcóyotl, bautizado como El Sargento por los cadetes militares en el siglo XIX.

Ambos soportaron cinco siglos de vida.

En la actualidad, es común ver árboles mutilados para librar los cables eléctricos, otros cuyas raíces batallan para permanecer en espacios cada vez más reducidos por las banquetas y unos más infestados por plagas como el muérdago, una planta parásita que se injerta en las ramas de los árboles y succiona sus recursos hasta secarlos.

El gobierno calcula que el muérdago afecta en la actualidad a 40 por ciento de los ejemplares de la Ciudad. Pero el especialista Héctor Benavides, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias, estima que hay zonas, como el centro de Coyoacán, donde el muérdago está presente hasta en 80 por ciento de los árboles.

Apenas a unos metros de distancia de El Sargento, sobre Paseo de la Reforma, son notorios los estragos provocados por esta plaga.

En un tramo de la histórica avenida, fueron derribados 443 árboles en 2014, secos a causa del muérdago.

Otra amenaza es la tala clandestina: la Procuraduría Ambiental de Ordenación Territorial (PAOT) ha atendido, de 2013 a la fecha, mil 727 denuncias por daño al arbolado y áreas verdes en suelo urbano.

En ciertas temporadas, la Ciudad sufre también la caída de decenas de árboles por lluvia y viento. El pasado 9 de marzo, por ejemplo, cayeron más de 800 a causa de la undécima tormenta invernal.

Desde 2013, Protección Civil de la CDMX atendió 2 mil 690 emergencias por caída de árboles en las que resultaron dañadas personas, vehículos, inmuebles e infraestructura urbana.

Los árboles mueren por enfermedad, caen o son talados a un ritmo acelerado de por lo menos 15 ejemplares por día. La reforestación prometida, en contraste, repondrá menos de cuatro cada 24 horas.