EFE.-
Diez cuerdas, afinación única y sonido envolvente hacen del charango uno de los instrumentos estrella de Bolivia.
Llegó al país sudamericano en el siglo 18 en un barco proveniente de las islas Canarias.
Cada año, desde hace ocho, Bolivia celebra un festival internacional de charango en el que se dan cita los mejores músicos.
"Este festival es para promover una nueva corriente de intérpretes jóvenes de charango", indica Juan Achá, director de la Fundación Cultural del Charango Boliviano.
Como novedad, en esta edición se pudo disfrutar de una expo de charangos en La Paz con ejemplares peculiares en forma de sirena, escarabajo o cabeza de toro, gracias al préstamo de la ciudad de Aiquile, capital del instrumento.
"Hemos tenido muchos adelantos en la construcción para el campo artístico de profesionales bolivianos, latinoamericanos y españoles", apunta Achá.
El charango proviene del timple canario, instrumento musical de cinco cuerdas que, se dice, acabó en uno de los barcos españoles con destino a América.
"A principios del siglo 18 estaría entrando este instrumento a Bolivia, a las minas del Cerro Rico de Potosí", explica el experto.
En esa época el cerro era considerado la mayor mina de plata del mundo y Potosí una de las ciudades más grandes del planeta.
"Llegaban las orquestas de todo tipo a Potosí y de ahí se ramificaba a toda Sudamérica", agrega el laudero.
El nombre del instrumento proviene de "charanga", término que usaban los españoles para describir el toque alegre y festivo que escuchaban en Potosí.
En todo Bolivia existen alrededor de 700 constructores de charangos, aunque solo en la ciudad de Aiquile, de 25 mil habitantes, se congregan 300.
Achá destaca la complejidad del pequeño instrumento.
"Casi todos los instrumentos europeos tienen el temple ascendente o descendente, y el charango es alternado. Nota aguda, nota baja, aguda, baja, bajo y octava alta", explica Achá.
Muy apreciado en el país, un charango de maderas nobles puede llegar a costar unos 3 mil dólares.