Luis Echeverría inventó una variante de la tradición del destape: destapar, no a uno, sino a siete presidenciables que supuestamente competían por la adhesión de las "fuerzas populares". Pero los mariachis callaron, esperando la señal del Dedo Elector. Un dinosaurio del PRI (Rubén Figueroa) descalificó a todos los señalados con una frase que se volvió célebre: "La caballada está flaca".