OPINIÓN

Memoria del 68

Enrique Krauze EN REFORMA

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Amediados de los años sesenta, la Facultad de Ingeniería de la UNAM era una isla, una escuela técnica y científica donde supuestamente no tenía cabida la política. Por mi parte, ni siquiera cuando fui electo Consejero Universitario -poco antes de estallar el movimiento del 68- tenía mayor conocimiento de las corrientes políticas que de manera más o menos subrepticia se disputaban espacios de influencia en nuestras aulas. Aunque compartía las pasiones intelectuales de los sesenta y leía a Camus, Sartre, Aron, Trotski, Deutscher y Paz, me consideraba apolítico, solo un estudiante de ingeniería con aficiones humanísticas. Quizá por eso los representantes de aquellas corrientes me eligieron. Pero de pronto, en un ambiente donde todavía se coreaban los "güelums" y las "goyas" del futbol americano en el Estadio Universitario, la realidad entró a galope.