OPINIÓN

Cuando el fervor revolucionario se topa con la realidad del poder, lo que queda es un gobierno que no pensó sembrar un mejor futuro

Sin piedad

Luis Rubio EN REFORMA

4 MIN 30 SEG

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
En la novela El cero y el infinito de Arthur Koestler, Ivanof, un burócrata leal a las órdenes del Número 1 de la Revolución, interroga a Rubachof, uno de los viejos líderes revolucionarios que ha sido arrestado por tener dudas sobre el destino de la Revolución. Rubachof, desilusionado, increpa a Ivanof con una afirmación lapidaria: "Nosotros hicimos historia; ahora vosotros hacéis política". Rubachof había peleado para cambiar la historia y mejorar la situación del pueblo. Sin embargo, para él, el partido y el Estado dejaron de representar los verdaderos intereses del progreso después del triunfo revolucionario. Los gobernantes, dirigidos con mano de hierro por el Número 1, se dedicaron más a conservar el poder que a promover el bienestar. La realidad política eclipsó al idealismo histórico. ¿Ivanof o Rubachof? La eterna disyuntiva de los que gobiernan.