OPINIÓN

Los frutos de la amistad

Enrique Krauze EN REFORMA

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Escribía México con J. Un retrato de Hernán Cortés presidía su sala de juntas. Pensaba que México (perdón, Méjico) nació en 1521 y se consolidó como una cultura y una identidad en el Virreinato. No guardaba reverencia por Hidalgo y Morelos pero sí por Iturbide, de quien había leído toda la bibliografía imaginable. Nada lo indignaba más que la invasión yanqui de 1847. Le vi llorar de rabia narrando la bravura de los pobres soldados mexicanos -hambrientos, mal armados, cansados tras una jornada de días- luchando en la Batalla de la Angostura: "pudimos haberla ganado de no haber sido por la incomprensible retirada que ordenó el bribón de Santa Anna". Me regaló un gran mapa en el que se apreciaba en detalle el robo de la mitad del territorio. No quería a Juárez y le repugnaba la piqueta de la Reforma. No era porfirista, pero su despacho era una casa de estilo porfiriano (construida en tiempos de Madero) en la Colonia Roma. Le divirtió aparecer en la película "Huérfanos" en el papel de un gobernador porfirista que echaba pestes contra Melchor Ocampo.