La fascinación que provoca es peligrosa. Ha dominado la conversación desde hace meses: anécdota irrelevante, personaje ridículo pero divertido, un tipo temible, preocupante, aterrador. Hay que aceptar que todo en él es hipnótico: su desvergüenza (usé el sistema para mi beneficio personal, así que sólo yo puedo cambiarlo), su vocabulario ("sé palabras, conozco las mejores palabras", ha dicho mientras repite los tres o cuatro adjetivos que machaca en cada frase), sus argumentos (cuando sea Presidente ganaremos tanto que se van a aburrir de ganar tanto), su impudor (proponer el asesinato de niños, por ejemplo).
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.