OPINIÓN

El abandono de una voz

Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
La fascinación que provoca es peligrosa. Ha dominado la conversación desde hace meses: anécdota irrelevante, personaje ridículo pero divertido, un tipo temible, preocupante, aterrador. Hay que aceptar que todo en él es hipnótico: su desvergüenza (usé el sistema para mi beneficio personal, así que sólo yo puedo cambiarlo), su vocabulario ("sé palabras, conozco las mejores palabras", ha dicho mientras repite los tres o cuatro adjetivos que machaca en cada frase), sus argumentos (cuando sea Presidente ganaremos tanto que se van a aburrir de ganar tanto), su impudor (proponer el asesinato de niños, por ejemplo).