OPINIÓN

Abúrrete en casa

Jorge Volpi EN REFORMA

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Algunas mesas, libreros, estantes coloridos y, sí, al fondo, un pizarrón. El set remeda un aula, un aula ideal, o más bien, el aula ideal que han querido imaginar, en conjunto, los productores y la SEP. Aparece entonces el conductor o la conductora, jóvenes volcados en su papel de comparsas o patiños, quienes a ratos se fingen alumnos ingenuos o esforzadamente chistosos -sobre todo esto: chistosos- y cumplen el papel de mediadores frente a la maestra o el maestro que, desprovistos de experiencia televisiva, desgranan sus conocimientos frente a su invisible salón de clases. A la dupla suele sumarse un peluche que, otra vez, intenta tomar el lugar de esos millones de niños que, irremediablemente anclados en sus casas, están obligados a ver la televisión.