OPINIÓN

La patria cruje

Juan Villoro EN REFORMA

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Por un comentario de Carmen Aristegui reparé en un detalle curioso del Grito de Independencia. El Presidente y su esposa recorrieron los salones desiertos de Palacio Nacional y ante la falta de gente se pudo oír el rechinido del piso. Fue un momento de rara gravedad, sólo superado por el de lanzar consignas a un Zócalo vacío. El Grito puso en valor una ausencia. Por obra de la epidemia, un mandatario que procura el contacto con la gente se dirigió a una nación fantasma.