En su última decisión de política monetaria, el Banco de México redujo en 25 puntos base la tasa de referencia, ubicándola en 7.75%. El banco central dejó abierta la posibilidad de continuar con el ciclo de flexibilización, condicionado a la evolución de la inflación y de sus determinantes. A partir de ello, las expectativas de mercado han comenzado a incorporar una trayectoria más laxa para la política monetaria, aunque no sin advertir que el diferencial de tasas respecto a Estados Unidos podría convertirse en un factor limitante, dada su proximidad a mínimos.