Aquella mañana del 2 de junio, Javier Corral no votó en su casilla habitual situada al este de la Sierra Madre Occidental. Menos mal. Él no lo sabía, pero en Chihuahua, lo esperaban para arrestarlo los hombres de la gobernadora, María Eugenia Campos. Su voto por Sheinbaum quedó registrado en una casilla especial en la Ciudad. Horas más tarde, el exgobernador festejaba en el Zócalo capitalino. La danza que preludia el viacrucis.