OPINIÓN

Corte contrapeso

Denise Dresser EN REFORMA

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Una Suprema Corte sin cuotas y sin cuates. Un Tribunal Supremo sin sometimientos al gobierno en turno ni conformada para hacer sus encargos. Un recinto autónomo que haga valer la Constitución y no la ignore cuando el Presidente se lo pida. Un poder que actúe como contrapeso robusto y no como comparsa a ratos. Eso es lo que la democracia mexicana requiere y no ha logrado consolidar de manera consistente desde la reforma zedillista de 1994. Nuestra Corte ha tenido destellos de independencia y sombras de sumisión. Ha votado sentencias garantistas y también ha asumido posturas cuatistas. Tenemos una SCJN vulnerable a las presiones presidenciales y eso deriva de cómo se nombra a los ministros: un proceso de designación fallido produce Medinas Moras y Ministras Contratistas; encumbra a personas que llegan para cuidarle las espaldas al grupo político que los nombró. Ese fue el problema ayer y sigue siendo el problema hoy.