Desnuda O'Connor su verdad en sus memorias

Sinéad O'Connor está sola, que es como prefiere estar. Ha estado sorteando la pandemia en una minúscula aldea en la cumbre de una colina irlandesa, viendo programas sobre asesinatos y comprando chucherías de hadas de jardín en línea. En una reciente tarde nublada, llevaba un hijab azul marino sobre su rapada cabeza y un cigarro instalado permanentemente entre las yemas de sus dedos, y cuando se inclinó sobre un iPad en su habitación, tipo invernadero de vidrio, lucía como si hubiera estado sellada herméticamente en su propio pequeño mundo.