OPINIÓN

Día doce

Guadalupe Loaeza EN REFORMA

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Hacía doce días que Sofía estaba confinada con el amor de su vida, el epidemiólogo más versado del mundo en lo que se refería a epidemias, pestes, pandemias y todo tipo de plagas. Más segura no podía sentirse. De allí que le consultara todo, desde la primera aparición, en la Edad Media, de la peste negra, hasta el verdadero color de los coronavirus. Juntos, cada uno con su celular en la mano, leían todos los mensajes, videos, memes y artículos de la prensa que tenían que ver con la epidemia del Covid-19. "Dice Vargas Llosa que el confinamiento favorece al erotismo", le comentó Sofía a su médico de cabecera después de leer la espléndida entrevista que le hiciera al autor de La tía Julia y el escribidor, la revista francesa Le Point. "Ya lo había pensado", le respondió el galeno con una sonrisa pillina. "Para esta encerrona, Vargas Llosa, quien ya cumplió 84 años, recomienda leer y releer a Madame Bovary, de Flaubert, bajo no importa qué circunstancias nos toque vivir en la vida. Dice que Madame Bovary, mi novela predilecta, muestra la importancia fundamental de la ficción en la vida real, la cual nos es completamente indispensable, de lo contrario tendríamos la impresión de que la vida nos asfixia. Tiene razón, ¿no crees? Sin la literatura, viviríamos en un mundo, además de incierto, totalmente mecánico. Escucha lo que dice Vargas Llosa en su entrevista: 'Siempre les he dicho a mis estudiantes que leer una buena novela nos hace mucho más críticos respecto a todo lo que nos rodea'". Hay que decir que el maridonovioamante de Sofía, curiosamente, acababa de terminar, una hora antes, la más reciente novela del peruano, Tiempos recios. Desde que la empezó a leer, este ávido lector advirtió que no era de las mejores del escritor. "No me gustó mucho", dijo terminante al cerrar el libro. Contrariamente a Sofía, el doctor sí leía y leía mucho, especialmente en estos días de la "cuarentena". Mientras ella preparaba la comida o lavaba los trastes, porque era el día que le tocaba, él leía y leía, hasta que se metía el sol. Por las noches, ambos preferían ver la tele, los noticiarios, películas y las series, en especial, la del Comisario Montalbano.