OPINIÓN

El arte como generosidad

Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

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Pocos espacios hay en México tan hermosos, tan vivos, tan acogedores como el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca. A un paso de Santo Domingo, la casona del siglo XVIII que es sede del IAGO es emblema de la obra de Francisco Toledo y de lo mucho que hizo por su ciudad y por su gente. Un modesto espacio de exposiciones, una tiendita, varios cuartos de biblioteca repletos de libros de arte y dos patios esplendorosos presididos por sus plantas sabias. Un refugio de arte, sombra y letras, animado por los jóvenes y viejos que van en busca de un libro, el periódico del día o una conversación alrededor de las mesas de pino. Ese era el lugar perfecto para despedirlo, para agradecer su vida. Lo era porque en sus muros y en sus libreros se mostraba su amor y su compromiso, la hondura de su sentido estético y de su nobleza. El arte hecho generosidad.