Lo que mal empieza mal acaba. Pasando por alto la reglamentación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), en abril de 2021 el Conacyt nombró al fiscal Alejandro Gertz Manero investigador nacional nivel III. Tres años más tarde, el mismo órgano designó investigador emérito a José Antonio Romero Tellaeche, cuyas limitaciones académicas y actitud autoritaria han dañado al CIDE de manera tal vez irreparable. Los plagios que uno y otro han perpetrado son públicos, y sus nombramientos en el SNI son una muestra más de las imposiciones arbitrarias que Elena Álvarez-Buylla está dispuesta a ejercer hasta el final de su gestión. También reflejan la forma en la que se han corrompido las evaluaciones académicas, generando suspicacias que serán difíciles de superar. La confianza, escribió Shakespeare, es como una hoja de papel. Una vez arrugada, nunca volverá a ser la misma.